Por: José Muñoz Cota
(In Memoriam)
No es raro que el espacio libre me dé miedo. Desde niño crecí atornillado a una silla y luego, para hacer gimnasia corría alrededor de un espejo.
-No muevas demasiado las manos cuando hablas, podrías arañar el rostro del aire.
-No hables tantas palabras, porque se te acaban. No mires con insistencia las cosas que te rodean, puedes desgastarlas y tú no debes, ni quieres inmiscuirte, en lesionar la propiedad privada de tu prójimo.
Prójimo no es sólo el hombre, tu hermano o tu enemigo. También son prójimos la fuente, la montaña y los mosquitos.