QUIEN MATO A MANUEL BUENDIA 

“Si Cuba no tendría un bloqueo sería como Holanda”, dijo el brasileño Lula Da Silva. Ajá. Aquí alguien dijo que seríamos en salud como Dinamarca, y ni a Cojinillo llegamos. Camelot. 

 

QUIEN MATO A MANUEL BUENDIA

 

Mientras la selección mexicana jugaba su segundo partido en el mugre torneo de Concacaf, contra la poderosa Guatemala, juego donde los aplaudidores de los micrófonos señalan que,con el tronco y maleta de Funes Mori, ya casi nació el segundo Maradona en México. Y como ese juego estaba para llorar, después de ver la Copa Europea de Naciones, y descubrir que eso es más o tanto que un Mundial, pocas ganas quedan de ver a estos. Y Tata Martino ni con Funes Mori naturalizado, dará y pasará al Quinto juego en el Mundial. Al tiempo. Aburrido dejé el medio tiempo y me fui a Netflix, donde la vida es una tómbola, diría Mona Bell. Encontré el documental Red Privada, ¿Quién mató a Manuel Buendía?, la historia del quizá el primer crimen a un periodista de renombre. Los de aquella época, nos acordábamos donde estábamos. Yo Mero estaba en Mc Allen, desayunando cuando nos enteramos que el mejor columnista de Excélsior y de México había sido tiroteado y muerto al salir de su oficina, un 30 de mayo de 1984. Netflix revive el asesinato del periodista, pone casi al principio a Jacobo Zabludovsky, quien, desde sus 24 Horas lideraba la noticia, hablaba de su amigo muerto, y comienzan a aparecer todos los personajes de aquello que, el exprocurador Coello, declaró al final de ese documental, que eso para él había sido un Crimen de Estado. Apareció el poderoso Carlos Salinas, en un Día de Libertad de Prensa, asegurando que darían con los culpables, 5 años después, dieron. Y mucho se habló en aquel tiempo de los que tenían el poder, y mucho se sospechó de Manuel Bartlett, que aún vive y patalea en la 4T, un superviviente del viejo priísmo. Aparece el presidente Miguel de la Madrid, cuando va a dar el pésame a la viuda, y aparece nuestro paisano de Poza Rica, Ignacio Rey Morales Lechuga, que era procurador defeño en aquel tiempo y fue quien, personalmente, se encargó de detener y hablar con el autor intelectual del crimen, José Antonio Zorrilla, mientras aquel lo apuntaba con un rifle al pecho. Reviven cuando se inició el nacimiento de los carteles en México, con Caro Quintero y Miguel Ángel Gallardo Félix, y por ahí repasan el crimen de Kiki Camarena, el agente de la DEA, que aún a Bartlett los gringos de la DEA le tienen su orden de presentación y por eso, el ahora director de CFE, no puede pisar tierra americana porque seguro lo detienen. Historia de aquel México donde comenzaban los crímenes y nacían los carteles.

 

EL DESTAPE DE EBRARD

 

La escena podría llamarse, el que se lleva se aguanta. O el destape de Ebrard. Sucede que el secretario de Relaciones Exteriores, en días pasados citó a un centenar de sus amigos y amigas y a los incondicionales, a una comida campestre en casa particular en Toluca, nota que fue comidilla del día. Entre la taquiza y unos tragos con moderación y aguas frescas de jamaica y horchata, todos se olían el suceso, la coperacha fue de mil pesos por piocha y dejar los celulares a la entrada. El presidente AMLO abrió el ostión hace unos días y comenzó a lanzar nombres de sus sucesores y sucesoras, entre lo que todo indica que se inclinará por Claudia Sheinbaum, pues cada que aparece ahora en escena las huestes morenistas le gritan: ¡Presidenta, Presidenta! Pero en la otra esquina hay alguien que muchísima gente piensa es el más preparado para ser candidato de Morena y presidente de la República, Marcelo Ebrard Casaubón. En esa comida, donde también le gritaron: ¡Presidente!, el antiguo pupilo de Manuel Camacho Solís se levantó y tomó el micrófono, y dijo así, con inspirado acento: “Le vamos a tomar la palabra al presidente. Sí, sí vamos a competir”. Y ese aplauso atronador de los suyos y las porras, llegaron hasta Palacio Nacional, donde se cimbraron los murales de Diego Rivera. El presidente, al otro día, no le quedó más que aguantar vara, diría Fox. Y dijo: “Desde luego ahora es otra etapa en la vida pública. No he hablado con él, ni he hablado con nadie, eso ya no existe, todos tienen posibilidad”. La sucesión comenzó. Escojan al suyo y cierren las puertas, como en pelea de gallos en palenque. Y no siempre queda el favorito: ‘Salinas no pudo poner a Colosio; Zedillo no pudo poner a Labastida. Fox no pudo poner a Creel. Calderón no pudo poner a Cordero y Peña no pudo poner a Meade’, algunos los pusieron, pero no ganaron. Conclusión, la democracia es muy incierta en esto de dejar al sucesor.

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