EL CORAZÓN QUE REINCIDE

POR JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

De recaída en recaída, padecemos una serie de renacimientos. El Renacimiento es fisura en la historia. Puede avanzar, continuar adelante; ascender como la espiral en llamas, en vez de andar en silla de ruedas tratando de revivir la antigüedad apodada clásica. El hombre es un animal insatisfecho de ser el mismo. Los animales, por lo que dicen, están contentos con sus formas de ser y gozan las estaciones del año y los llamados a la puerta de sus instintos.

 

El adulto añora los días felices de la niñez, ya cuando es hombre consciente. No creo que ello ocurra así en el universo zoológico. El anciano no desea enterrar su remo ya encanecido por la magia de Circe, cuando el macho viejo de una manada mide sus ímpetus con el joven y luego, si derrotado, se retira a la soledad que se ha ido construyendo poco a poco

 

Esta reincidencia es el castigo al pecado original. Nostalgia del Paraíso terrenal que a lo mejor no existió nunca…

 

En el pueblo original (provincia idealizada, porque no existe), el aburrimiento cae de las nubes gordas, como los centavos de las campanadas, en el poema de López Velarde.

 

Los relojes se descomponen. No hacer nada es la reprobación de la sangre, el homicidio del espíritu aventurero.

 

-Podrás leer (me dicen) en el sitio de la soledad a donde han ido los pocos sabios hombres que en el mundo han sido: pero si la soledad es portátil y antes de pensar otro problema, se abastece upo con volúmenes suficientes y construye su soledad, su quietud, su reposo, en cualquier rincón del mundo, hasta en Nueva York.