MÍMICA

Por: José Muñoz Cota

(In Memoriam)

 

Decepcionado, mis amigas, Teté, Laura, Rosita, reunidas en jurado me han reprobado en mi examen de mímica

El destino se divierte con la trampa de los imponderables históricos.

Se me puso un tema: Imítese usted. Cómo es usted. Haga su biografía mímicamente.

No pude imitarme. Es el fiasco más angustioso.

Cada ser humano -me explican con auténtica lástima- se mueve en función de repetir, cotidianamente, ciertos gestos peculiares que son propios, originales únicos.

Es sencilla tarea imitar a personas célebres, ya muy conocidas

Cómo actuaba Napoleón, cómo Hitler, cómo Mussolini; pero ahora se trata de que usted caracterice, por medio de la mímica, el yo que posee para los días de entre semana.

 

Traté de imaginar frente a mí un espejo. Traté de verme reflejado y, traté de accionar resistiendo, supongo, mis ademanes habituales.

Continúe cayendo en el vacío.

 

Usted -como todo el mundo- posee un estilo de caminar, de sentarse, de mover los brazos, las manos, los ojos. ¿No? Abre usted la boca de cierta manera. Inclina la cabeza como si le pasaran las frases cuando las expresa… ¿Por qué no puede usted, entonces, si es tan simple imitarse a sí mismo, usando para ello sus conocimientos acerca de la mímica?

-Me cuesta trabajo hacerlo y tal vez no lo haga, porque yo creo que soy diferente cada minuto que transcurre…

No –replicaron a coro- el ser no cambia. Está ahí. Para siempre.