AQUEL MEMORIAL (AÑO 2012) 

*De Francis Scott Fitzgerald: “Enséñame un héroe y te escribiré una tragedia”. Camelot.

 

AQUEL MEMORIAL (AÑO 2012)

 

En mayo del año 2012 visité Nueva York. Fui a verla por enésima ocasión, diría un clásico. De NY poco me falta por ver. He visto casi todo, desde los cuarteles de los gloriosos bomberos hasta los emblemáticos rascacielos, incluidos Central Park. Solo me falta treparme a un helicóptero y ver la ciudad desde las alturas. Pero eso me da mello.

En mayo hice mi ritual consuetudinario (¿Qué demonios será consuetudinario?). Normalmente se va adónde se conoce. Me sorprendí de ver el avance del sitio donde los locochones estrellaron los aviones, un 11 de septiembre, y crearon un mundo de antes y después en la aviación. Lo escribí y lo rememoro ahora:

Apeamos en la llamada Zona Cero. Allí donde ahora construyen las nuevas torres, una de ellas el mes pasado rebasó al Empire State, para que vean que los horadaron y les hicieron daño con aquellos atentados del 11 de septiembre, pero no los doblegaron.

Tres mil personas trabajan todos los días. Obreros y gente de la metalurgia en edificios altos. Frente a la tienda de Century XXI, un almacén lleno de compradores mexicanos que en sus cinco pisos ofertan todo. Baratísimo. Lleno. Cruzamos la calle. A un lado, en la iglesia St Paul’s, todo recuerda a aquel día. Hay un panteón cercano, pequeño, data de tumbas de 1786, allí muy seguro los herederos de los Vanderbilts y aquellos barones del dinero están sepultados. Tumbas tan viejas, que algunas lápidas han perdido el nombre de sus moradores. Allí exhiben una foto de aquel día: papeles y televisiones y vidrios que volaron a ese espacio de jardín aledaño.

Lo que los hace recordar. Lo que los hace lamentarse.

Al pie, también, la galería de los heroicos bomberos que perdieron la vida.

Todos. No falta ninguno. Vamos al Memorial, el de las dos piscinas que apenas inauguró el año pasado el presidente Obama y el alcalde Bloomberg.

No cobran, gratis las entradas. Hay que formarse, esperar que den las dos de la tarde para poder penetrar a ese sitio llamado 9/11 Memorial.

 

EL 9/11 MEMORIAL

 

Es un parque donde se respira quietud. Donde la gente entra en silencio. El sol cae a plomo. Mucha seguridad. Seguirá siendo por mucho tiempo zona de riesgo. Más ahora que las cinco torres se levantan como gigantes de acero y vidrio y concreto. 2,983 hombres, mujeres y niños fallecieron ese día, se lee en el folleto informativo. Ahora es parque controlado. Cuando estén funcionando todas las torres será parque abierto, sin restricciones. Ahora hay que pasar arcos detectores como si se estuviera en aeropuerto. Cientos de policías vigilan. We will not forget (No los olvidaremos), se lee por todos lados. Narran la historia cuando terroristas de Al Qaeda tumbaron las torres gemelas. Exhiben fotos de cómo eran los edificios antes de los atentados. El nuevo complejo incluirá el parque conmemorativo y un museo en construcción. Espacios para sitios comerciales, la construcción del World Trade Center Uno será el edificio más alto de los Estados Unidos. Y hacia el noroeste, en el pabellón del museo se encontrará el centro de operaciones de tránsito, diseñado por el gran arquitecto español, Santiago Calatrava. De fama mundial. En el parque hay dos piscinas grandes. Nos acercamos. Gente que allí trabaja entregan folletos en tu idioma. Lo sometieron a concurso este parque. 5,201 propuestas de 61 países, y lo ganaron Arad y Walker. El consejo del parque conmemorativo, leo en una placa de la entrada, lo conforman gente de las artes y las letras, desde Robert De Niro y Billy Cristal, hasta el alcalde Bloomberg. Sitio que les recodará por siempre a ese fatídico 11 de septiembre. Qué no olvidarán jamás.

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