EL BERRINCHE DE LA NAHLE

*De Simone de Beauvoir: “Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia”. Camelot.

 

EL BERRINCHE DE LA NAHLE

 

Norma Rocío Nahle García, zacatecana (14 de abril de 1964, edad 55 años), secretaria de Energía, cuyo corazón late por la gubernatura de Veracruz, sea interina o constitucional, hizo un berrinche de dios padre. Ante los jerarcas mundiales del petróleo, Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), entre ellos los mandones Rusia y Arabia Saudita, los jeques paisanos de Chahín, hizo su pancho y berrinchuda, como si pensara estuviera ante sus seguidores de la cuatroté, en una videoconferencia con los mandones del petróleo, al no aceptar las tarifas impuestas a México hizo su berrinche y se paró de la silla interrumpiendo la participación de México. Las carcajadas del mundo sonaron hasta Palacio Nacional, por la noche en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, el economista David Páramo explicó su fracaso. Dijo que eso era una cuestión de aritmética de secundaria, pero que seguro la Nahle, cuando había esa clase, se salía para ir a marchas. Explicó que a mayor baja del petróleo los precios suben, como deberá ocurrir y a México le pedía la OPEP disminuyera en 400 mil barriles y la Nahle solo les concedía 100 mil. Para Ripley. Estos funcionarios de la 4T no encuentran rumbo, debieron ponerle al lado a alguien que supiera matemáticas elementales para que, al multiplicarle, se convenciera de que la recaudación iba a ser la misma pero con menos barriles. Al final la OPEP se fue con las cifras mágicas de México, los 100 mil barriles. La Nahle andaba como aquel chiste matemático:

¿Qué le dice la curva a la tangente?

¡No me toques!

 

LA TREGUA PRESIDENCIAL

 

El presidente AMLO, cansado de tantas críticas, que día a día aumentan en los columnistas más leídos del país, y en los diarios muy representativos, se quejó y comenzó a tirar misiles. Poquito después, cuando se convence que ni su jefe de Comunicación Social, Jesús Ramírez Cuevas, logra defenderlo de la andanada de críticas constructivas, porque la humanidad mexicana no había encontrado a un presidente más terco que este, y Ramírez Cuevas, según lo acusan los tuiteros, solo se dedica a revirarles por tuiter, vía sus boots, las acusaciones que le llegan al presidente. Un jefe de Comunicación no está para esos andares. Carlos Monsiváis, quien presentó a Jesús con AMLO, palidecería desde su tumba. El presidente pidió una tregua, después de acusar a dos o tres periódicos y a algunos columnistas. El Universal se deslindó de esas acusaciones. Joaquín López Dóriga, en su noticiero de Radio Fórmula, dijo que él no era enemigo del presidente y que lo informado era lo que ocurría. El presidente ya hartó a la mayoría de los comunicadores. Pide tregua pero él no la concede. Ayer mismo arremetía contra el CCE, explicando que ya había enviado la lista de los 15 que deben 50 mil millones al SAT, y los empresarios le reviraron que a ellos nada les ha llegado. Y si les llega violaría la ley, asegura David Páramo, porque son empresas que están en líos judiciales contra el SAT y violarían el principio de confidencialidad, haciendo hasta perder el juicio. Ciro Gómez Leyva, al terminar su noticiero le dio la tregua, le dijo al presidente que órale, que ahí iban. Y Televisa nada, quizá la empresa ya dio la tregua, porque ayer en el noticiero de la noche el tema de Rocío Nahle, que era la nota mayor, brilló por su ausencia de crítica. En Foro TV no hay programa donde no lo destrocen los invitados. La libertad de expresión es sagrada. Los comunicadores mexicanos la han ganado al escribir, no por concesión del Estado. Hay miles de frases de libertad de expresión. Una de ellas: “Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco”.

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