HOTELERIA MARCHITA

*Del Rey Felipe de España a sus ancianos y paisanos fallecidos: “Perdemos a tantos y tan rápido, a tantos que tanto dieron por ver a nuestro país prosperar y vivir mejor, que ahora han sufrido o sufren el ensañamiento de esta enfermedad. Merecen, sin duda, un homenaje permanente que yo, desde aquí, expreso, con profunda emoción”. Camelot

 

HOTELERIA MARCHITA

 

La pandemia del Covid 19 tiene en crisis económica a muchos sectores, entre ellos la hotelería y restaurantería. Miles de empleos están en riesgo de perderse. Conozco algunos amigos meseros que tienen temor de no volver a ser llamados a su trabajo, cuando termine esta crisis maldita. Leí una entrevista a Santiago Caramés, presidente de hoteles y moteles en el estado de Veracruz, que asegura son más de 150 hoteles y moteles los que han cerrado, y se queja de que ni el gobierno del estado (Veracruz), ni el gobierno federal han volteado siquiera a conocer sus necesidades. Los cierres se deben a que no llegan clientes. Todos en casa, y, además, mantenerlos laborando generan más gastos de lo que puedan ingresar, por ejemplo, los aires acondicionados  deben tenerlos trabajando, aunque los cuartos estén vacíos. Hay muchísimos hoteles en el mundo, donde al ocupar un cuarto te dan una llave maestra para que, al salir, la quites del conector automático al cuarto y en minutos todo se apaga, programas ahorradores que se iniciaron en Europa, donde la carga de energía y consumo es dificilísima. Se irán hasta mayo o hasta junio y les tocará casi todo el año comenzar a reponerse de clientes, porque esta crisis ya jodió todo el año 2020, ni dudarlo. En Xalapa cerraron 23 hoteles y en Orizaba 20 y 5 en Coatzacoalcos. Todos están en el esfuerzo de seguir pagando la nómina, cosa muy loable. Vendrán mejores tiempos, pero este sector, como el de la restaurantería, han sido de los más dañados y los gobiernos, ni sus luces. Mínimo debían hacer una encuesta de cuántos trabajadores existen en ese sector, para enviarles despensas a sus mismas fuentes de trabajo.

 

EN LA HABANA/EDIFICIO BACARDI

 

Rememoro en un viaje a La Habana, mi visita al bello y emblemático edificio Bacardi.

“A velocidad supersónica, al haber poco tráfico los taxis andan como almas que se las lleva el diablo, diviso la Casa del Embajador mexicano. Qué bárbaro, es más grande que la misma Embajada, está en la calle Lázaro Cárdenas y una bandera mexicana da cuenta de que allí vive un paisano que seguro gana muy buenos dólares y vive como Slim. En el mismo Centro Histórico una de las casas que venden los puros Cohíba, los de fama y calidad, y el Ron en varias marcas y en toda su plenitud, desde el Havana hasta el Santiaguito. Me hago de unos puros y ron.

Oteo a un lado y veo el Edificio Bacardi. La historia de la familia Bacardi va ligada a Cuba, herederos y creadores del mundialmente famoso ron, tuvieron que emigrar a Miami cuando llegó la Revolución. Se llevaron su marca registrada y luego de mucho andar terminó patentándose entre Estados Unidos y República Dominicana. Qué impresionante y bello edificio, mármol todo y de altura en los pisos, de piso a techo, como de 12 metros, es de seis pisos pero asemeja al Empire State neoyorkino, en la parte donde uno toma los elevadores. Me atrevo a asegurar que fueron los mismos arquitectos que construyeron ambos. Unas fotos para la colección y una entrada escasamente a un bar allí dentro, donde sirven café y bebidas y botanas.

Salgo a la calle y en la puerta pregunto a la empleada si la parte de arriba del edificio Bacardí está habitada o son oficinas. Son oficinas, me dijo. ¿Privadas?, me atreví. ‘Aquí nada es privado, todo es del Estado’, terció un joven que estaba de pie al lado. Platicamos. Dijo llamarse Carlos Rafael. Lo abordé. Respondió. Es estudiante de arquitectura, 23 años, joven que dice sentirse a gusto viviendo en este sistema. “Todos los países tienen problemas”, se justificaba. Va a la carrera de arquitectura y presume la educación de Cuba. Dice tener familia en Europa, pero no quiere llegar hasta que no tenga el título: “No quiero ser un negro más, quiero ser algo”. Con libro bajo el brazo le cuestiono qué lee. ‘Promesa del Ángel’, un libro de los pretorianos. Joven preparado, con lenguaje de estudiado y con educación. Me despido y le deseo suerte. En sus limitaciones económicas entienden que el estudio para ellos lo es todo, y allí se meten con dedicación”.

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