El niño de Papantla / LUIS VELÁZQUEZ RIVERA

El niño de Papantla

El viernes 3 de abril del año que camina, el tsunami de violencia en Veracruz tocó fondo. Fue cuando hacia el mediodía asesinaron a cuatro mujeres en Papantla, entre ellas, una niña, y un niño. Un par de sicarios llegaron en una motocicleta, dispararon, mataron y huyeron.

Un niño sobrevivió. Y sobrevivió de manera insólita. Desde el patio de su casa se tiró a una barranca. Y rodó. Y salvó la vida. Se ignora si los malosos lo vieron y acaso la barranca demasiado profunda. O de plano, nunca lo supieron.

Y si Gadafi, el perro policía de la Secretaría de Seguridad Pública, fue jubilado con honores del gobierno de Veracruz, igual que como Antonio López de Santa Anna rindiera honores a su pata izquierda perdida en la guerra contra Francia en Tampico, el niño de Papantla debiera elevarse a la categoría de héroe.

Un héroe civil que mirar y admirar. Un niño como, digamos, Narciso Mendoza, el Pípila.

Un niño héroe enfrentando a los cárteles y cartelitos… para desdoro del sexenio guinda y marrón.

Muchos niños asesinados en Veracruz. Los dos penúltimos, en Papantla, y caray, desde entonces, ni una palabra de solidaridad y consuelo del góber jarocho de Amlove.

La niña de 12 años, por ejemplo, asesinada en Santa Ana Atzacan cuando los malandros llegaran, igual que en Papantla, y rafaguearan la casa familiar.

Y todos los casos, unos cuarenta y siete, en la impunidad.

Inverosímil que el niño de Papantla se tirara a un barranco, cierto, en un acto instintivo, de sobrevivencia, salir huyendo, se ignora si cuando el tiroteo ya estaba.

Pero al mismo tiempo, expresa el grado de ruindad moral a que hemos llegado cuando, caray, Amlove pide a la población respetar a los malosos porque “también son seres humanos”.

Allá él con su discurso religioso porque Veracruz chorrea sangre, y en medio de la impunidad, todos los días.

¡Vaya destino social para la infancia cuando los niños deciden arrojarse a una barranca para salvar la vida!

Demasiada agua “ha corrido bajo el puente”. Entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto cuatrocientos mil muertos. Los militares y los navales en la calle en una guerra abierta contra los malandros.

Y unos cárteles se han ido y/o desaparecido, pero nuevos han surgido. Y nuevos jefes. Nuevos patrones.

Significa, entonces, que la estrategia ha fallado y es equivocada.

Tampoco el tsunami de violencia se acabará porque el presidente de la república salude de mano a la madre de Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo”, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.

Y si George W. Bush y Felipe Calderón llamaban a los muertos civiles “daños colaterales”, el niño de Papantla es un héroe civil.

Se ignora si la proeza serviría de acicate al gobierno local para enmendar la plana y corregir su política de seguridad pública.

En Soledad Atzompa la población mostró uno de los caminos cuando detuvieran, lincharan y quemaran vivo a un sexteto de secuestradores de profesores.

En Jáltipan, un ganadero, solito, mostró otro camino cuando agarró la escopeta y esperó a los malandros en su rancho y quienes iban por la familia. Y mató a tres.

En el Valle de Uxpanapa, los vecinos mostraron otra estrategia cuando lincharon a un hombre golpeador de mujeres que disparara a su esposa por la espalda.

El niño héroe de Papantla.