EL GRAN MARCELO EBRARD 

*La amistad es como la mayonesa. Cuesta un huevo y hay que tratar de que no se corte.  Camelot. 

 

EL GRAN MARCELO EBRARD 

 

Antier tarde en Washington, la figura de Marcelo Ebrad creció hasta lo más alto del universo. Lideraba a la delegación mexicana en acuerdos nada fáciles con los hombres del poder de Joe Biden. Mientras el presidente de Estados Unidos comía unas quesadillas en Los Ángeles, California, y fue atendido por un cajero mexicano, a quienes dejó propinas y un pequeño cash para una invitación, en Washington el secretario de Estado, Anthony Blinken, el de seguridad nacional, Alejandro Mayorkas, el embajador del sombrero Tardan, Ken Salazar y el fiscal americano, y por México los secretarios de la defensa y Marina y la señora Rosa Icela de seguridad pública, el fiscal Gertz Manero, y embajadores y uno que otro colado, pactaron lo que les pega duro, a México la entrada indiscriminada de armas que sirven para la delincuencia y para matar mexicanos, y a Estados Unidos el dichoso Fentanilo, que sirve para matar americanos que caen bajo la drogadicción. Allí no había halcones, como en tiempos de Trump, pero tuvieron que apretar la mano cuando el presidente jugaba con la Reforma Eléctrica y aquellos le dijeron que las compañías americanas irían a los tribunales y muy seguro ganaban el caso. Un día después AMLO ya se rajó en ese asunto, lo dejó así, 1-6 como el América al Puebla, no sea que se nos vayan a enojar y comiencen a cobrar porcentajes al dinero que envían los migrantes trabajadores mexicanos y entonces si, a pujar se ha dicho. 

 

LA HERENCIA CAMACHISTA 

 

Marcelo Ebrard cabeceó bien un par de preguntas de reporteros americanos, una de ellas del Washington Post, le casi reclamaba el por qué México juega con los malos, cuando en la guerra invasión Rusia-Ucrania, el presidente mexicano se ha puesto del lado de los malos, de los invasores, del criminal Putin. Marcelo capoteó bien la respuesta, y reafirmó que ante la misma ONU la semana pasada habían votado en contra de la invasión y la anexión de Rusia de partes de Ucrania. Se le vio bien, supe por los periódicos americanos, al otro día, que gente del gabinete de Joe Biden le felicitó y uno que otro de ellos deseo seguramente que este fuera el próximo presidente de México, porque conoce el intrincado camino de las relaciones, conoce el país nuestro y el de ellos, habla inglés y es leal. Muchos lo recordamos cuando Manuel Camacho Solís, que fue su jefe político, cayó de la gracia de Carlos Salinas y se marchó, y Ebrard, al que le habían ofrecido quedarse en un cargo, prefirió irse con su jefe, primero a relaciones exteriores unos tres meses, y luego a Chiapas, a tratar de resolver el alzamiento del Sub Comandante Marcos, y luego al exilio, la lealtad a toda prueba. Fue leal también con AMLO, cuando un día casi echan un volado a ver quién era el candidato, y Marcelo le cedió el lugar. En su alforja trae buena escuela política, ya ha gobernado la ciudad de México, una ciudad que casi es ingobernable, salió bien, se rodea de un buen equipo y, sobre todo, Anthony Blinken ya lo ve como su amigo. Las relaciones México-Estados Unidos, que iban camino a deteriorarse, se han compuesto gracias mucho a la gestión de Ebrard, desanudaron ese nudo sin romperlo, como dice la leyenda cuando Iturbide con el virrey O’Donojú desanudaron ese nudo y lograron una patria independiente y muy querida. Bien por Marcelo. 

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