La amarga realidad de Alejandro Moreno

Semejante a la víbora del corral que convive por largo tiempo con el ganado de pastoreo sin agredirlo, pero cuando percibe el peligro o es pisada tira la mordida, y una vez hecho lo cual sigue disminuyendo el hato ganadero, hasta que el propietario de éste busca al “viborero” y emprende cacería para eliminarla; así sucede con quien traiciona y desconoce los compromisos contraídos, tal cual ocurre en el caso del dirigente nacional priista, quien viendo amenazada su libertad desistió de su beligerancia opositora a cambio de impunidad. A partir de ese momento el famoso “Alito” vive el amargo trance de todo apostata,  cuya cercanía o asociación resulta incómoda y desagradable. Porque, ¿quién podría confiar en él de ahora en adelante? Dice Moreno que la alianza Va por México está viva y que el PRI está a la espera de reiniciar acciones en ese contexto, pero, obviamente, la única respuesta desde el PAN y el PRD será el desprecio y la desconfianza. En ese drama, para Alejandro Moreno ya no hay más camino a seguir que arroparse en la protección del gobierno que lo ampare contra el desafuero y evite su encarcelamiento, de tal manera que con ese bagaje encima no es confiable en el lado opositor, donde se ganó la condición de prescindible. Su viaje hacia el despeñadero no tiene retorno, es cuestión de tiempo, atenido a la medida que siga sirviendo al proyecto de demolición de la Alianza. Todavía peor: tampoco es bienvenido en el bando del oficialismo, pues su calidad de pieza toxica lo condiciona severamente; así se refleja en que después de tres convocatorias frustradas para reunir a los integrantes de la Comisión de Gobernación que preside Alejandro Moreno, al fin se logró el quorum y pudo sesionar, pues previamente sus pares del Verde Ecologista, de MoReNa, del PT y del PAN no habían atendido a su llamado en franco repudio, pues es bien sabido que quien traiciona una vez, traiciona de nuevo. Es, debe ser, angustioso el contexto de circunstancias donde se mueve “Alito”, sin embargo, no es único en su caso, porque muchos otros actores políticos se han precipitado al vacío (o a la cárcel), víctimas de su propio acontecer. Interesante, porque ya forma parte del rico anecdotario de nuestros días, que sería auténticamente lúdico sino estuviera de por medio el destino de una organización política de elevado protagonismo histórico como lo ha sido el PRI. No pecaría de enajenado quien establezca semejanza entre este periodo del México contemporáneo con los difíciles días del reinado de Luis XV, cuando la monarquía francesa transcurría por el difícil trance que llevaría a la guillotina al sucesor Luis XVI. En todo caso los acontecimientos de ahora son inagotable veta de sucesos inéditos, característicos de todo periodo en donde está en juego el cambio, para bien o para mal.