El presidente no tiene pararrayos

¿Quién le detiene los golpes al presidente? La interrogante es inducida por la evidente facilidad con la que el presidente recibe directamente los golpes a su persona y de paso a la investidura; aquello es explicable, pero esto último es preocupante. La causa radica en no habilitar equiperos que funcionen como muralla protectora, sobre todo por la muy sui géneris forma de gobernar del presidente López Obrador que demuestra los inconvenientes de una conducción excesivamente personalizada de las labores de gobierno. En la tesitura de ser primera y última instancia, al carecer de elementos que sirvan de intermediarios, “operadores políticos” les llaman, la figura presidencial se convierte en blanco único de sus opositores y adversarios, lo cual genera desgaste a su investidura ya no pocas veces rasgada. Obviamente, también es producto de la artillería pesada que día a día descarga contra sus adversarios, quienes a su vez paulatinamente con mayor atrevimiento devuelven con metralla que impacta directamente a su condición política. Pero el presidente intenta otra versión: “Claudia Seinbaum… y otros gobernantes me aligeran la carga porque actúan con responsabilidad, no tengo que estar recordando, apurando a nadie, porque Claudia como Alejandro, Rutilio, la mayoría de los gobernadores ayuda a empujar al elefante y son buenos los resultados”. Ojalá así fuera, y así se viera, pero…