Una afrenta más

Tras el enfrentamiento ocurrido este miércoles en Ixtaczoquitlán y el posterior narco-bloqueo y ataque a las oficinas de la Fiscalía General del Estado en Fortín y Tezonapa…

Las autoridades parecerían no saber qué hacer para enfrentar con eficacia a los grupos delictivos que hacen alarde de su poder y no dudan en retar al estado, lo que resulta en una grave afrenta. Esta vez el saldo fue de cuatro muertos, dos sicarios e infortunadamente los hermanos Abel y Paloma que habían sido privados de su libertad en días pasados en Ixhuatlán del Café, a quienes los secuestradores mantenían escondidos en una casa de seguridad; además, resultó herido un policía ministerial y las sedes de la FGE fueron rociadas con ráfagas de armas de alto poder e incendiadas cuatro camionetas de esa institución. Ayer, en el informe que rindió la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadáns, durante la reunión de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz, señaló que lo sucedido fue consecuencia de un operativo de esa dependencia para ejecutar órdenes de aprehensión, pero descubrieron una casa de seguridad resguardada por 10 integrantes de un grupo delictivo que, al verse acorralados, dispararon contra los ministeriales, generándose la balacera. Hay cinco detenidos y el aseguramiento de tres vehículos y armas. ¿Qué otra situación debe ocurrir para que se actúe con firmeza frente los actos de terror que siembran estas organizaciones en la entidad, en especial en la zona centro?. ¿Qué falta por ver? Ayer, la titular de la FGE expresó: “no nos doblegarán ni detendremos nuestro trabajo”. ¿En realidad pensará la funcionaria que eso va a intimidar a los delincuentes? ¿Sirve de algo el respaldo del Ejecutivo estatal al trabajo que realiza la Fiscalía? En los hechos, la situación empeora, con un riesgo mayor para los ciudadanos inermes, de total indefensión, frente a ese ilimitado poder de la delincuencia. Sí, no hay duda que hechos como los sucedidos y otros que se han presentado en esa misma zona y en infinidad de municipios, con mayor frecuencia con elementos de la Fuerza Civil, demuestran el combate al crimen organizado, pero también es claro que cada vez más esas organizaciones imponen su poder a través de las ramas y la violencia. Pocas veces se habían visto narcobloqueos como comúnmente sucede en estados del norte del país, y por lo visto ya van adquiriendo carta de naturalización en el estado de Veracruz. ¿En realidad puede esperarse que algún día acabará esta espiral de violencia en la entidad? No se observa que pueda suceder en el corto o mediano plazo, sólo queda rezar, pues la fatalidad puede alcanzar a quien sea en cualquier momento.

El otro jinete apocalíptico, el Covid-19, se multiplica en todo el estado y prácticamente ha colapsado al sistema de salud, estatal y federal. Lo peor puede ocurrir muy pronto, con la caprichosa orden de reabrir escuelas y reanudar las clases presenciales. Hay inquietud y, aún más, debido a la obligación firmar de los padres de familia para firma una carta responsiva de que envían voluntariamente a sus hijos a las aulas, lo mismo que a los maestros.

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