POR SIEMPRE /SCUDERIA RODRIGUEZ 

*En memoria de aquellos que un día dejaron un legado de grandeza. Descansen en paz. Camelot. 

 

POR SIEMPRE /SCUDERIA RODRIGUEZ

 

Uno puede por Instagram ver cosas agradables. Allí, a diferencia del tuiter, donde se dan odios y rencores y enfrentamientos entre chairos y fifís, que no toman prisioneros, en Instagram todo es dulzura. Por las mañanas suelo revisarlo, me encontré con una sorpresa cautivante, para nosotros que somos de aquellos años. Abrí y encontré una página dedicada a la memoria de Pedro Rodríguez, uno de los dos hermanos, junto a Ricardo, que pusieron el nombre de México en alto en las carreras de Fórmula Uno, ahora que otro mexicano, Checo Pérez, brilla en esas pistas. Los dos murieron en sendos accidentes, cuando el luto llegó a esa generación grande de pilotos mexicanos, la mejor generación que ha tenido nunca México, junto a Moisés Solana, también fallecido. Ricardo Rodríguez (1942-1962) murió primero, joven a los 20 años, en aquella curva peraltada de la Magdalena Mixhuca, autódromo que construyo el gran presidente Adolfo López Mateos, a petición del padre Rodríguez, que llevaba a los hijos por ese camino. Esa vez no se corría un Gran Premio de México y Ricardo ya había calificado bien, pero quiso mejorar su tiempo y esa curva lo mató, creando luto en el país y en el mundo. El piloto argentino Juan Manuel Fangio visitó su tumba una semana después. Sara, la esposa de Ricardo, recibió del seguro una indemnización de 4 mil dólares. Enzo Ferrari le añadió al monto otros 5 mil. López Mateos le otorgó a la mujer la concesión de una gasolinera de por vida.

 

LA OTRA MUERTE

 

Luego el hermano, Pedro (1940-1971), levantó la antorcha del triunfo, hasta que se topó con la muerte a sus 31 años de edad. Disputó 55 Grandes Premios de Fórmula 1 entre 1963 y 1971, logrando dos victorias y siete podios. Su mejor resultado en el campeonato fueron dos sextos puestos en la temporada 1967 y 1968 y un séptimo en 1970. El piloto también fue destacado en las carreras de resistencia, obteniendo cuatro victorias absolutas en las 24 Horas de Daytona, once en el Campeonato Mundial de Resistencia y una victoria en las 24 Horas de Le Mans de 1968. Junto a Checo Pérez, son los únicos mexicanos en haber ganado un primer lugar en Fórmula Uno. Pedro murió arriba de un bólido, como quizá quería morir, como muchos toreros predican que es mejor morir en una tarde de toros. Cito al diario El País: ‘La última cosa que hizo Pedro en vida fue enviarle un telegrama a su padre: “Corro hoy en Nüremberg; llamo después de la carrera”. Esa comunicación interrumpida quedará para siempre en el aire. Pedro corría las 200 millas de Norisring cuando se estrelló contra la balaustrada de un paso a nivel y cayó del otro lado. Camino del hospital lograron reanimarlo tres veces. No se recuperó del cuarto paro cardiaco. El piloto Graham Hill dijo al enterarse que murió “en la cima del mundo”. El mítico periodista Jacobo Zabludovsky informó a todos los mexicanos de su muerte a través del televisor. Los empleados de Lufthansa que bajaron el ataúd del avión cuatro días más tarde, al llegar a México, se encontraron con doña Conchita, la madre, ella colocó un ramo de rosas encima del féretro. Alguien agregó un casco. El cadáver fue sepultado en el Panteón Español, junto al de su hermano Ricardo. Cerca descansan los restos de Solana. En este cementerio de estilo gótico, con criptas más suntuosas que algunas casas de los vivos, está enterrada la generación perdida del automovilismo mexicano.

Ese autódromo llamado Magdalena Mixhuca, cambió su nombre para siempre al de Autódromo Hermano Rodríguez, en homenaje a aquellos dos valientes pilotos mexicanos, hermanos que ponían el nombre del país muy en alto, con valentía y gran honor.

La página de Instagram, que alguien actualiza y pone fotos de sus carreras memorables, tiene una con Steve Mc Quenn, el actor que amaba la velocidad de los autos. Aún México recuerda a esos Hermanos Rodríguez, cada vez que uno ve un Gran Premio. En su recuerdo, la Scuderia conserva viva su memoria y la de su hermano y mantiene sus archivos y el Registro Rodríguez de memorabilia y autos de los hermanos, certificándolos. Su secretario general, Carlos Jalife, publicó la biografía Los Hermanos Rodríguez en 2006, traducido al inglés en 2009 y ganador del Libro del Año del Motor Press Guild.

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