NINGUNA FIGURA POLÍTICA ES POPULAR / JOSÉ MUÑOZ COTA

 NINGUNA FIGURA POLÍTICA ES POPULAR

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

México –se supone- está construido sobre un andamiaje democrático. Si los cimientos democráticos no existen, no está garantizada la total estructura.

Más o menos falta un año para la elección presidencial y, sin embargo, las pasiones ya andan desatadas, la ambición se huele en el aire y hasta, para seguir el buen humor popular, “se oyen las patadas debajo de la mesa”, que los pretendientes se propinan y las zancadillas están a la orden del día.

Todos los Presidente de la Republica, al llegar al quinto año de gobierno, sienten que disminuye su autoridad y tratan de mantenerla hasta el último minuto de su mandato. Será por eso que el candidato del Oficial se dará a conocer faltando cinco para las doce.

Tal vez, también por no perder autoridad, se siga manejando el “tapadismo”que maneja abiertamente el Jefe de la Nación. Él ya tiene el nombre del sucesor, pero por elemental táctica lo guarda en secreto, precisamente para evitar que haya dos presidentes, uno en Palacio y otro en su despacho, donde acudirían con fiel perseverancia los burócratas de la política.

Esta posible división de poder, redundaría en contra de los intereses nacionales, porque sabido es, que el poder no se comparte.

Ahora bien, partiendo de esta hipótesis popular, resulta titánica la labor de habilidad deductiva, imaginar cuales pueden ser las cualidades que han de prevalecer en favor de una prudente selección.

Si esto realmente sucede así, la empresa personal del Presidente que asume este compromiso, toma dimensiones trascendentales; es un compromiso terrible en donde, como el interés no concluya en garantizar la continuidad personal o de grupo o de partido, sino que también implica el porvenir inmediato de la Patria, no es posible admitir que se pudiera actuar sin una rigurosa y ascética obligación moral.

Si a estas fechas hubiera sobresalido uno de los Secretarios de Estado, algún funcionario, algún líder que por fuerza propia se hubiera constituido en el centro del cariño y de la adhesión popular, entonces, no surgirían dificultades, ni internar, ni externas; porque la verdad monda y lironda, es que, en estos momentos, NO HAY NINGUNA FIGURA POLITICA QUE SEA NATURALMENTE POPULAR; que goce con el respaldo de las masas, que pueda arrastrar tras de sí a la opinión pública.

Porque también es cierto que nadie puede trabajar abiertamente su popularidad porque quedaría fuera de la jugada, aunque como dijimos antes, todos llevan agua para su molino.

Entonces, el Presidente tendrá que examinar con lupa el valor cualitativo de cada uno de sus colaboradores, señalando en esta evaluación los pros y los contras de su personalidad.

No puede ser, -no debe ser- el fruto de simpatías o diferencias de orden afectivo, impulsos de amistad, móviles de gratitud, viejo compañerismo, sino el resultado frío, objetivo, realista, del hombre que va –tarea gigante- a gobernar un país que está en crisis, crucificado en la pobreza y el desempleo.

Gobernar a México en los próximos seis años, requiere de un varón de cualidades excepcionales.

Sabemos que l crisis en México arranca desde finales del gobierno López Portillista, todo el Delamadridista y el gobierno del presidente Salinas ha tratado de enderezar los caminos torcidos de esta crisis.

Los problemas socioeconómicos subsisten. La carestía de la vida se ha enseñoreado en nuestro pueblo; la moneda se devalúa gota a gota.

Pero México esta y está de pie. El gobierno ha mantenido en alto la soberanía. Su contacto con el Presidente Clinton fue decoroso patriótico.

Ese es otro punto que deberá conocer y dominar ampliamente el próximo Presidente: la política internacional. Ha de tener talento y habilidad. Que no sea tecnócrata, porque el tecnócrata es el ser más infatuado y hueco que confunde los medios con los fines, porque la técnica es un medio, no un fin.

Dada la peligrosidad social que implica la sucesión presidencial, lo que nos atañe directamente, es RAZONAR NUESTRO VOTO antes de emitirlo, cuando llegue el momento.

El voto no es el acto mecánico de cruzar una boleta y depositarla en la urna; el voto es un acto de conciencia individual. Con el servimos a la patria. Tiene el valor trascendente de una participación directa con el destino de México.