LOS BUNKER PRESIDENCIALES

*A veces el miedo no anda en burro. Camelot

 

LOS BUNKER PRESIDENCIALES

 

Ahora que surgió el motín del pueblo, cuando en más de 20 ciudades se originó un toque de queda, pues las turba multas estaban muy enfadadas por la muerte del afroamericano a quien un policía le puso la rodilla hasta asfixiarlo y matarlo, contaron las cadenas noticiosas que a Donald Trump lo metieron a un bunker en la Casa Blanca. Todos hemos leído a través de la historia que, desde la Guerra Fría, cuando todos temían una guerra nuclear, al presidente de Estados Unidos en la misma Casa Blanca le habían diseñado un bunker para protegerlo del estallamiento nuclear, a él y a su familia y a los principales funcionarios de su Gabinete. Todos recordamos cuando los ataques a las Torres Gemelas, el presidente Bush se encontraba con unos niños escolares, cuando fue avisado del ataque. Lo jalaron cuanto antes y, como no había Bunker a la mano, lo treparon al avión Air Force One, que señalan los que saben de estas cosas, tiene armamento para repeler un ataque. Así divagó Bush en el aire, de Florida a Nebraska pasando por Luisiana, hasta que lo enviaron a otro sitio más seguro, escoltado por aviones cazas y a bases militares, ante la sospecha de que ese ataque terrorista traería más consecuencias y originó que lo quisieran arraigar en Omaha, donde tienen un Bunker y el control del arsenal nuclear.

 

LOS OTROS SITIOS

 

Leo ahora en El Universal que Donald Trump, solo por ser ricachón del Forbes, tiene uno suyo y privado en Palm Beach, Florida, y al presidente Truman le hicieron uno en Virginia Occidental. Aguantó el secreto hasta 1992, cuando la gente lo descubrió lo cerraron y lo convirtieron en un sitio turístico. Truman la debía, fue el que lanzó las bombas sobre Japón, debía cuidarse. En 1961 al presidente John F. Kennedy le edificaron uno en Florida, Kenendy lo visitó dos veces por curiosidad y saber qué tanto habría allí dentro. Los Bunker son sagrados, no posee casi nadie información del sitio donde están fijos y establecidos. Uno si mira las películas de los años de la Guerra Fría, nota en ellas como familias comunes y corrientes se hacían sus sótanos, para resguardarse del gran temor de un ataque de bomba nuclear por los rusos, sobran escenas verdaderas donde a los niños de las escuelas los profesores los hacían forjar un simulacro de un ataque de bomba nuclear. Ahora ya no hay ese temor, aunque siempre existirá cuando los locos energúmenos tienen el botón rojo de la bomba atómica, pero ante este temor a Donald Trump lo metieron cerca de una hora al de la Casa Blanca, que algunos aseguran está 50 metro bajo tierra y resguardado contra todo.

 

DE RAUL DEL POZO (DIARIO EL MUNDO ESPAÑA)

 

“Escribió Hans Wilhelm Vahlefeld: «El camino de la cabaña de esclavos hasta el Capitolio fue para los negros largo, penoso y sangrento. Los muertos quedaron atrás: linchados, matados a golpes, matados a tiros». El día 1 de diciembre de 1955, en Alabama, la costurera negra Rosa Parks se sentó en el autobús donde sólo podían sentarse los blancos. El conductor le recordó que debía dejar el asiento a un blanco y Rosa dijo que no, y empezó la desobediencia civil organizada por un pastor negro llamado Martin Luther King. Lo demás es pura historia: la marcha sobre Washington, la firma de la Civil Rights Act. En 1984, Jesse Jackson quiso ser presidente. «Nosotros los negros hemos cogido para los blancos el algodón. Hemos hecho su comida, hemos planchado su ropa. Hemos criado a sus hijos. Las manos que un día recolectaron algodón escogerán un presidente». Aquel negro no llegó de las letrinas a la Casa Blanca, pero años más tarde Obama fue presidente. Ahora, un presidente blanquísimo y populista quiere ganar las elecciones llamando pandilla de débiles idiotas a los gobernadores que no emplean la fuerza contra lo que él llama la escoria de extrema izquierda”.

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