NO HABLEMOS DE POLITICA

*De Raúl del Pozo: “Lo escribe Plutarco: «En aquel tiempo, la peste acometió a Pericles. Cuando hubo muerto, sus caballos dejaron de comer y se dieron al llanto». Camelot.

 

NO HABLEMOS DE POLITICA

 

Viernes de fin de semana. Parto rumbo a Xalapa, esquivo la destrozada caseta de Capufe de Fortín, que un tráiler la embistió y muchos rogamos que sean más tráileres que las derriben, como las Murallas de Jericó, aunque no lastimen a ningún trabajador, una reunión de contertulios amigos, una comelitona de un lechón a la cubana en lugar paradisiaco donde hay pavo reales, unos 60, algunos queriendo cruzarse con las hembras y otros pacíficos. Me dicen que el macho es más guapo -en los animales los machos son guapos, todo lo contrario en la raza humana, donde las mujeres son más bellas-, y abre su cola como un abanico para aparearse, si es que así se llama a la cruza. Hace calor, casi 27 grados, para Xalapa eso es mucho. Voy rumbo a Coapexpan, por allá está esa finca que tiene autos de colección y un anfitrión de primera. Fuimos el grupo cada quien paga lo suyo, lo mejorcito de cada familia. Entre libaciones, como el Brindis del bohemio, se nos fue la plática, ahora no hablamos de política, porque a veces la política estorba, sí hablamos del Coronavirus, porque había un médico que había sido buen secretario de Salud de Veracruz. Puse mi GPS, en Waze me llevaba de la mano, la que te guía es una gachupa, su acento español es inconfundible, dobla  a la derecha, solo le falta el joder, te has pasado, ahora regresa.

 

EL CAMINAR JALAPEÑO

 

Volteo a ver el viejo PRI, en la calle Ruiz Cortines 1419,  ese templo vaticano del acarreo, que anduve hace algunos años cuando el destape de un amigo que iba y llegó a gobernador, tiempos de llenos totales, de acarreados, de matraqueros, de porras, de ferrocarrileros quienes se disputaban quién gritaba más fuerte y quién era el que llevaba más camiones y gente, las tortas y los chescos clásicos y los cien pesos. Ahora parecía la escena de una casa de terror, como las de Amityville, no sé si ahí espanten pero no se veía a nadie. Quedan pocos y todavía esa mañana el presidente nacional del PRI, un tal Alito, no se sabe si en burla o sorna, expresó en su tuiter que cancelaba todas las masivas reuniones de ese partido (donde ahora se juntan más en un choque), por el Coronavirus, las carcajadas llegaron hasta los rincones de lo que queda de ese viejo PRI, que Peña Nieto, el corrupto, sepultó. A las 6 de la tarde, pensando en las horas de camino tomé el regreso. Hay un problema ahora en la caseta de La Antigua, que es privada, les entró el Síndrome de Capufe y tienen colas por más de media hora, lo que sería menos que imposible porque es privada, y los empresarios sí saben cómo mover el abanico, ya llevan varios meses que los viernes de fin de semana los atascos son tremendos, lo que ocasiona que mi viaje de tres horas, de Xalapa a Orizaba, se haga en cuatro horas, para Ripley. Ojalá y compongan eso, la única solución es en horas pico poner dos trabajadores más a cobrar y que sean seis casetas de cobro en lugar de tres. Y llego rápido para votar por Orizaba, que pelea contra Taxco, Guerrero, el Mejor Pueblo Mágico del país. Ganó Orizaba, me entero dos días después.

 

EL VIOLINISTA DE MADERO

 

Fiel a mi costumbre de caminar la peatonal y orizabeña calle Madero, encontré al violinista de Madero. Se llama Miguel Flores, tocaba la inolvidable Yesterday de los Beatles: “Yesterday / All my troubles seemed so far away”. Me acerqué, como suelo hacer en los Metro del mundo cuando ando de pata de perro y le pedí tomarme una foto. Así lo hice. Son los músicos urbanos. Me acordé de aquella película, El Solista, de aquel músico que toca su violín bajo la estatua de Beethoven, en Los Ángeles, Jaime Foxx y Robert Downey Jr., quien como periodista encuentra que el violinista callejero, fue un estudiante destacado de la prestigiosa Juilliard School, de Nueva York, la escuela número uno que alberga solo a 800 estudiantes, en el Lincoln Center. Eso me recordó el buen Miguel, cuando le vi su boina con las monedas que le iban dando, le dije, primero doy mi aportación y luego la foto, y sonrió. Apoyemos a todos los músicos urbanos, es bello escuchar el arte las mañanas que uno camina esa peatonal calle.

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