LOS MUSICOS URBANOS

*La cajera del banco Santander en Boca del Río, no fue la persona que avisó a los ladrones, fue un maloso y falso cliente que por ahí pajareaba checando a los cuentahabientes, lo informó la Fiscalía General de Veracruz. ¿Y ahora? ¿Quién redimirá a la cajera señalada y mofada en redes sociales? Camelot.

 

LOS MUSICOS URBANOS

 

En mi caminar por todos lados, lo mismo en el extranjero donde les veo tocar en los Metro de Madrid o Londres o París o dónde se pueda, y con ellos suelo tomarme unas fotografías, lo mismo un saxofonista que un violinista o algún músico profesional, como uno que me encontré en Londres, afuera de la prestigiada tienda Harrods, que tocaba extraordinario para recoger unas monedas o billetes pues, decía, continuaría su trabajo de aprendizaje de concertista en instituto londinense. Los veo y les tomo fotografías y algunas veces poso con ellos. Los encuentro también en mi pueblo, en Orizaba es común verles en la peatonal calle Madero y entre ellos gente indígena toca algún instrumento por unas monedas. Hace unos años encontré a un cilindrero, llamado también organillero, y por el rumbo de mi aldea llega cada semana otro de pueblo indígena con una trompeta y una tambora a deleitarnos con esos valses como Dios nunca muere. Un violinista encontré en Londres y le pedí el violín, solo para retratarme, porque no lo sé tocar, aunque me encantaría. Toco el tema porque hay que ayudarles, motivarlos y ayer mismo el presidente AMLO en gira oaxaqueña, se le apareció un grupo de un pueblo indígena a pedirle instrumentos musicales para sus grupos. El presidente accedió, dijo: “Es mejor un tambor o una flauta que una arma”, y giró instrucción para que la secretaria de Cultura les dote de los instrumentos musicales. Bien por ello, presidente.

 

AQUEL JAMES DEAN

 

Murió muy joven, a los 24 años. Fue uno de  los mitos de Hollywood, al igual que Marilyn. Se llamó James Byron Dean (Marion, Indiana, 8 de febrero de 1931 – Cholame, California, 30 de septiembre de 1955), pero fue conocido como James Dean. Un rebelde sin causa. Sólo le alcanzó la vida para filmar tres películas: Rebelde sin causa, Gigante y Al este del paraíso, dirigido por el gran Elia Kazan, pocos films pero esos le dieron paso a la inmortalidad. Cuando filmó Gigante, al lado de Rock Hudson y Elizabeth Taylor, ella confió. Años después se supo que Dean se llevó un secreto a la tumba que fue develado gracias a Elizabeth Taylor. La actriz se lo contó a un periodista y le pidió que no lo sacara a la luz hasta que ella hubiese muerto. En 1997, Taylor fue entrevistada por Kevin Sessums para la revista ‘’POZ’’ de activismo contra el SIDA. En aquella entrevista, la actriz reveló un dato no conocido sobre Dean: «Amaba a Jimmy (James Dean). Te voy a decir una cosa, pero es ‘off the record’ hasta que muera, ¿de acuerdo? Cuando Jimmy tenía 11 años y su madre murió, empezó a sufrir abusos sexuales por parte del pastor de su iglesia», develó entonces la actriz, según recoge The Daily Beast. «Creo que aquello le atormentó por el resto de su vida. En realidad, sé que fue así. Hablábamos mucho sobre ello. Durante el rodaje de ‘Gigante’ pasábamos noches en vela hablando y hablando, y esa fue una de las cosas que me confesó», afirmó Taylor. Fue un joven de mirada triste. Amante de los automóviles y de las carreras, compró un Porsche Spyder 550. En el murió. Mientras Dean rodaba por la carretera, acompañado por su mecánico, se le acercó en el cruce 41-46, en la localidad de Cholame, California, un Ford a gran velocidad, conducido por un estudiante. Dean trató de esquivarlo, pero no pudo. Se incrustó contra el Ford frontalmente por la izquierda y se rompió el cuello en el choque, perdiendo la vida instantáneamente el 30 de septiembre de 1955, a la edad de 24 años. El conductor del Ford, que solamente se rompió la nariz y se lastimó un hombro, murió de cáncer en 1995, mientras que el mecánico de Dean salió despedido del coche, se destrozó una pierna y se rompió la mandíbula, pero murió años después en un accidente de coche en Alemania. La historia comenzaba a inmortalizarlo. La muerte le llevaba a la fama. Todo esto porque leo en el diario El País, que el fotógrafo de Dean, Dennis Stock, su fotógrafo preferido, aquel que le retrató en pleno Times Square neoyorkino, posó para él un día de invierno, un día de un paseo: un abrigo negro, una lluvia y un cigarrillo en la boca. El fotógrafo publica un libro con sus fotografías. Suyas son algunas de las fotos más icónicas del actor, a quien además acompañó en su último y no tan conocido viaje a Fairmount (Indiana), donde Dean fue al colegio y donde está enterrado.

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