Creo que una hoja de hierba, no es menos que el día de trabajo de las estrellas. Camelot.
LA MUERTE DE DON HILARION MADRAZO
Era un hombre muy de su tiempo, hecho a su medida, un self made man. Uno solía verlo cuando caminaba por la Sur 3 en esa casa mural que siempre llamó la atención y que todos nosotros y los turistas, también, nos tomábamos una foto. Era un hombre misterioso, pero muy preparado. Vivía como un ermitaño, con su barba crecida y su porte de pintor, El Davinci orizabeño, le llamaban algunos. Platiqué no hace mucho con un amigo de su sobrino y estábamos preparando visitarle para una entrevista. Ya no se pudo. Cómo vivía solo, unos malandros aprovecharon para asaltarlo en su casa y lastimarlo, de allí se lo llevaron al rancho Madrazo y ya no se le volvió a ver. Malditos. Se ignora que será de esa casa, antier que lo velaban el amigo del sobrino le llevó una encomienda, si se podrían exhibir sus pinturas en el Teatro Llave orizabeño, para que la genta de la ciudad las conociera, respondió que no tenían ninguna aquí, que la mayoría estaban en Nueva York. Luego, a los herederos queda el pendiente de su Casa Mural, quizá se sugeriría abrirla todo noviembre para que la gente conozca cómo era esa casa misteriosa y siempre cerrada. Yo lo recuerdo porque un par de veces lo saludé, y lo recuerdo con este fragmento de poema de Walt Whitman: “Me celebro y me canto a mí mismo. Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, porque lo que yo tengo lo tienes tú y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también. Vago… e invito a vagar a mi alma. Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra para ver cómo crece la hierba del estío”. Descanse en paz.
EN QUE QUEDAMOS: NOS LLEVAMOS O NO
Desde aquellos tiempos imperiales, cuando Echeverría enojao con Francisco Franco detuvo lo que había de relaciones entre México y España, es decir, bajó del avión de Iberia a los españoles que ya trepados fumaban sus puros (se podía fumar en aquellos tiempos) y les mandó a decir con Moya Palencia: Se me bajan. Y se bajaron mentando madres. Desde aquel tiempo hasta que José López Portillo fue a buscar sus raíces en Caparroso y en 1977 tiró abajo las banderas de los bloqueos y México y España volvieron a ser como hermanos.
Ya lo eran, porque mexicanos y españoles atiborraban los vuelos de Iberia y Mexicana en aquel tiempo y Aeroméxico, por ir o venir.
Hasta que un mal día, dicen los enterados, azuzado por su esposa, al locochón de Andrés Manuel López Obrador se le barrió la segunda y exigiendo perdón a la Corona y al rey, por lo que pasó hace 500 años, pidieran perdón, vida de mi vida, perdón, si es que te he faltado.
Como lo mandaron al carajo, según lenguaje de Milei, AMLO y la presidenta siguieron con el cuento de o pides perdón, o no entras a mi casa.
Ayer el secretario de Relaciones Exteriores habló de un mea culpa y la 4T se alegró. Dijo: “España, que en un inicio descartó con contundencia toda posibilidad de emitir una disculpa en ese sentido, reconoció este viernes, en voz de su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que hubo “dolor e injusticia” en los pueblos originarios de América. Si bien no ha sido la Corona la que ha hablado, como espera el Gobierno mexicano, se trata de un gesto de enorme relevancia simbólica y política, encaminado a recomponer la maltrecha relación diplomática, que a veces llegó a la hostilidad, entre dos naciones que comparten más que la lengua.
Veremos, dijo un ciego.
























