Un chairo en la familia

Sin tacto

Un chairo en la familia

Por Sergio González Levet

—Vea usted, en la casa somos siete. Por orden de aparición, está primero mi
suegra, doña Sebas, y luego mi esposa Bertha y yo, Justino, su servidor. Tenemos
a la primogénita, Verónica; a Abel que es el segundo, y luego dos mellizas Juana y
Paula. Por último, está el chocoyote, Justinito, que nos llegó casi como reintegro.
Pero hemos sido una familia feliz y bien llevada. Tanto mi señora como yo nos
dedicamos a que los muchachos se llevaran bien entre ellos. Y lo logramos,
porque cuando nos juntamos todos en la mesa para almorzar o comer o cenar, es
una verdadera fiesta la que hacemos. Todos bromean, se ríen y está prohibido
enojarse.
Bueno eso era antes, hasta que por la puerta de atrás entró la política en la
casa. Pero eso se lo cuento más adelante.
Bueno, mi queridita suegra que dios la guarde no trabaja, pero se defiende
ayudando en la casa y con lo que recibe del apoyo para los viejitos de López
Obrador: Buen, la usa casi toda para comprar medicinas, porque ya no hay seguro
popular y tiene que ir cada dos meses a la farmacia por sus pastillas para la
diabetes, para la presión alta y para la circulación.
Yo trabajo para el Gobierno, en la Secretaría de Educación, aunque no soy
sindicalizado, y mi esposa también es burócrata en otra dependencia. Ahí logró
conseguirle una chamba a la Vero cuando terminó su carrera, y las dos trabajan
para el sector agrícola.
Mi hijo Abel también terminó su carrera, de pedagogía, y logró colocarse en una
de las universidades del bienestar. Ahí tiene un buen puesto y gana un sueldo
bueno porque llegó a ser director.

Las cuatitas están en el bachillerato y les toca la beca Benito Juárez, así que
también tienen una pequeña entrada. Y el más pequeño lo tenemos becado en la
escuela primaria.
Entre los apoyos y los sueldos que tenemos nos alcanza para vivir medio bien,
porque son bajos y la inflación nos pega cada semana. Está brutal. Va uno al
mercado y la papa, el tomate, el huevo ya se fueron para arriba.
Tengo que decirle que en la casa no estamos de acuerdo con el señor Obrador
ni con su gobierno. Son puras mentiras y a nosotros nos tratan muy mal en el
trabajo. Cuando llegaron, nos bajaron la quincena y nos quitaron las prestaciones.
Y luego tenemos que ir en sábados y domingos a las manifestaciones o a hacer
promociones en las calles. Nomás falte usted, y así le va. A mi compadre Filemón
lo dieron de baja nadamás porque se quejó de que ya eran muchas ayudas las
que nos pedían.
No obstante, hemos logrado ser felices en la familia. Más bien habíamos,
porque ahora nos resultó que Abelito se nos volvió chairo. No hay comida en la
que no trate de convencernos de que tenemos que votar por la 4T. Y viera las
enojadas que se pone porque sus hermanos se ríen de él y del viejo loco que es
su ídolo. Júntele a eso que su abuela le dejó de hablar y nomás se le queda
viendo como si fuese el demonio. Y nosotros sus papás tratamos de hacerlo entrar
en razón.
En verdad le digo que es un infierno tener un chairo en la familia.

sglevet@gmail.com