LOS LIBROS

De José Vasconcelos: “Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía”.

 

LOS LIBROS

 

Ayer tarde noche, con un frío del carajo y la neblina al pie, me di una vuelta al Sanborns de Plaza Valle de Orizaba, andaba en busca de un libro que no encontré, pero vi varios y compré el de quien le robó a Oppenheimer la bomba atómica. Estoy a punto de emprender un viaje, no rumbo a lo desconocido, como dice la canción del grupo Camila, voy al sitio donde más libros compro y donde luego pujo y sufro porque en la maleta los gachos de las aerolíneas solo permiten 25 kilos, y los libros pesan mucho y lo demás a pagar extra. Buscaba un libro de Juan Eslava Galán, uno de mis favoritos, un escritor español de 75 años a quien descubrí hace mucho, cuando leí su novela insigne, ‘Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie’, título que nació cuando se encontró en un café a su colega, Arturo Pérez Reverte, y este le preguntó ahora qué escribes, le contestó, una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, pero aún no tiene título. “¡Ese es el título!”, le dijo vehementemente Arturo Pérez Reverte. Y así se quedó. Analiza de esa guerra la opinión y la historia de los dos bandos, de allí el título. Pero luego le seguí con una serie de La Primera y Segunda Guerra Mundial contada para escépticos, que son extraordinarias, y la de La Biblia y el diccionario de los Nazis. Uno empieza un libro de este escritor y da la madrugada sin querer terminar de leerlo, y cuando se va terminando no quieres que se termine.

 

EL SABER LEER

 

Por eso me arrepiento de no haber ido hace años a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara que, después de la de Madrid, o quizá antes, es una de las mejores del mundo. Todo porque acabo de terminar un libro de unas 500 páginas y aun no acabo de aprender cómo leer mas rápido, según JFK que presumía leer mil 200 palabras por minuto, pero las memorizaba. Voy a Wikipedia. ‘El presidente americano John F. Kennedy aprendió las técnicas de Lectura Ágil junto a su hermano Bobby. Después animó todo su gabinete a aprenderlos sabiendo de la gran ventaja competitiva que iba a ganar su administración con ello. Al conocerse este hecho, Kennedy ayudó a popularizar la lectura rápida a través de los EE.UU. en la década de 1960. El libro titulado “The Reader Speed” describe las capacidades de lectura rápida de Kennedy de la siguiente manera: JFK desarrolló una habilidad fenomenal para leer todo material rápidamente. Durante varias semanas en la primavera de 1954, John F. y Bobby habían viajado juntos a Baltimore para asistir a una clase de lectura de la velocidad en la noche universitaria de la Universidad John Hopkins. Dónde el profesor Elton Y. Mears estaba enseñado una clase titulado” Cómo leer mejor y más rápido. ” La clase fue todos los martes entre las 8:30 y las 10:30 de la tarde, y los hermanos tuvieron que conducir más de una hora cada vez para asistir a este curso.

Evelyn Wood, fue una de las personas más importantes para popularizar la lectura rápida en los Estados Unidos en la década de 1960. Después de estudiar los hábitos de los lectores naturalmente rápidos, desarrolló una metodología que sigue siendo la base para muchos cursos de lectura rápida. Evelyn Wood es famosa porque los presidentes John F. Kennedy y Jimmy Carter aprendieron sus métodos que se basaban en la corrección de los errores de lectura que cometemos muchos de nosotros naturalmente’.

El libro que terminé fue el de Michael Jordan, su verdadera biografía. Nada del otro mundo. Si uno ve los documentales de la tele, como El Ultimo Baile y Air Jordan, ahí se entiende la vida del más grande deportista de todos los tiempos, el que elevó a Nike a las grandes ligas y él, aun después de años sin jugar, gracias a un contrato del 10 por ciento que le otorgaron por la venta de sus tenis Nike, el gran Jordan aún se embuchaca 400 millones de dólares anuales solo por eso, más lo que le dan los demás patrocinadores para sus chicles. Y compré el de ‘El espía que robó la Bomba Atómica’, como si le hubieran robado al coronel Sanders la fórmula secreta de su pollo Kentucky o a la Coca Cola cómo hacían sus jarabes, pero esa es historia para otro día.