CUANDO ORIZABA DEJO DE SONREIR 

*Cuando la maldad se asoma, a veces dejamos de sonreír. Camelot. 

 

CUANDO ORIZABA DEJO DE SONREIR 

 

Lunes septembrino. 4 y pico de la tarde. La ciudad se alarmó. Se oía el ulular de las sirenas de las patrullas y comenzaron a escucharse balazos. Un grupo pequeño de tres malosos se atrincheraban en una calle de Sur 15 y rodeados estaban por los aparatos de seguridad: policía municipal, Marina y Ejército y policía estatal. Rodeados y casi sometidos. Pero la policía estatal trepó a una azotea y comenzaron a disparar ráfagas que se escuchaban en buenas partes de la ciudad. Más de 400 balazos, según se aseguraba. De ambos lados, los delincuentes, desde abajo en su casa de seguridad, los polis, en las azoteas.  

Las redes sociales comenzaban a operar, para bien y para mal. Las escenas de la Sur 15 se difundían. Una vecina que allí vive, casi enfrente, ponía a quien esto escribe al tanto. El helicóptero estatal llegaba y, al parecer, lo comenzaban a tirotear desde abajo, cosa difícil. 

Orizaba entraba en pánico, por doquier se escuchaban las sirenas y los balazos, que retumbaban solo en esa zona. Un campo de guerra. 

El alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, enterado al instante se trasladó al war room del C5 a vigilar la operación, que a cargo estaba la municipal del almirante, que si tiene quien le escriba. Un alcalde preocupado por su pueblo, lo dijo más noche en su entrevista en televisión y radio. 

Uno permanecía en casa. Llovía y cesaba la lluvia y el ayuntamiento avisaba que no se saliera de sus hogares. Las escuelas entraron en pánico, algunas cercanas, las madres y padres iban corriendo por sus hijos. Una muy lejana, el Tecnológico de Orizaba, que llega a tener dos mil estudiantes, acuartelaron en el auditorio a esa mayoría de estudiantes, que corrían despavoridos.  

Perdíamos la calma, esta ciudad que siempre sonríe entraba en pánico. Ajenos a ello, acostumbrados a caminar sus calles con tranquilidad y seguridad, con una policía muy reconocida por expertos especialistas, como María Elena Moreira, que por doquier la ponderan, la nota no tardaría en entrar a los noticieros nacionales, no entraba porque estaban ocupados con la llegada del secretario Antony Blinken, el número dos de Joe Biden que vino a decirle al presidente AMLO que deje de sentirse el Carlitos Alcaraz del US Open y que no amenace con pegar un grito antiimperialista, como había dicho el preciso, al estilo de Castro, Chávez y Maduro, porque Estados Unidos es amigo y con una carta suavecita de Biden, el presidente se calmó. Biden le envió una postdata: Te extraño, y pronto nos veremos, y asunto concluido, la patria dormirá en paz el 15 de septiembre 

 

LOS TIEMPOS DE EMERGENCIA 

 

Eran horas de emergencia, en cuanto pudieron las cadenas noticiosas nacionales voltearon a Orizaba, que se convirtió en tendencia en tuiter. Los videos de los malhechores irrumpían. Querían entregarse, pero salvando su vida, negociaban en directo y a todo color, mostraban sus rostros para salvaguardar su vida y solo se entregarían a la Marina, porque de la estatal desconfiaban. El alcalde Diez Francos seguía desde el War Room el avance, a través de las cámaras fijas en la ciudad, la veía en calma, solo era la zona cero de la Sur 15, donde sonaron los cañonazos y los balazos. No salgan, era la consigna de toda la ciudad, negocios muy retirados, como en la calle Madero, comenzaron a bajar las cortinas. No era una zona de guerra, pero sí de pánico. Esta ciudad se ha jactado por ser tranquila y pacífica. De Xalapa llegaban los rumores de desconfianza, del porqué a esta ciudad, cuando todo era diferente. Las sospechas irrumpieron en las redes sociales. Los delincuentes se entregaron. Fueron detenidos. Se habla de un abatido. El gobernador Cuitláhuac salió más noche a dar su parte de guerra. El alcalde orizabeño fue a las 9 de la noche a la TV local y enlazada con la radio, Oriestereo, dio su entrevista y el punto de vista de que todo estaba tranquilo. Que había sido un hecho aislado y conminaba a toda la gente a salir desde ese momento a sus quehaceres y al otro día a las escuelas y a los trabajos. Orizaba no se merecía lo que nos había llegado. Por la zona cordobesa quemaban un camión, que luego salió al otro día de que había sido por un cortocircuito, y una gasolinera en Córdoba. Diez Francos los tranquilizaba en la TV: “Es un hecho extraño, pero estamos bien. Lo sucedido en la tarde de ayer fue un hecho extraño para la ciudad, mismo que causó miedo, pero conminó con saldo blanco para el Pueblo Mágico”. 

Al otro día, el presidente AMLO en su mañanera dijo: “Lo de Orizaba no fue tan grave, fue propaganda”. 

Ahora, a recobrar la tranquilidad. Volver a sonreír en este Pueblo Mágico, y que los turistas sigan visitándonos. Aquí no pasó más que un incidente que nunca había pasado. Hay seguridad, la gente salió a la calle y las calles volvieron a ser de los ciudadanos. Las ciudades las formamos los ciudadanos. Y muchos turistas que nos visitan. Así que, Sonríe, porque estas en Orizaba.  

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