Metamorfosis del IFE al INE

En diciembre de 2013 se reformó el COFIPE para dar nacimiento a un nuevo órgano electoral investido con mayores atribuciones que las del IFE. El plazo para esa mutación se fijó para el día tres de abril, cuando los diputados federales eligieron a los 11 consejeros del nuevo Instituto Electoral, con Lorenzo Córdova de presidente del INE surgido ya el 4 de abril. La nueva institución, por reformas al COFIPE, ya puede atraer elecciones locales, así como elegir consejeros estatales. El IFE nació en 1990 y organizó cuatro elecciones presidenciales (de Zedillo a Peña Nieto); por reformas al Código electoral fue perfeccionando su estructura y ganando atribuciones, en 1996 ganó plena autonomía respecto del Poder Ejecutivo Federal sacando de su entorno al Secretario de Gobernación. Esa condición la heredó al Instituto Nacional Electoral y otras más, como declarar la validez de las elecciones de diputados y senadores; organizar debates entre aspirantes presidenciales, expedir constancias de mayoría para los ganadores de cargos de elección popular y establecer topes a los gastos de campaña. Entre sus avatares más difíciles está la elección presidencial de 2006, cuando López Obrador acusó la elección de “fraude electoral” porque Calderón ganó con solo un 0.56% de ventaja. Lo cual no sucedió en 2012, cuando Peña ganó con el 38.21 de los votos y López Obrador atrás con 31.59%, es decir 6.62 puntos de diferencia. Dos años después, en abril de 2014, nació el INE que organizó exitosamente la elección de 2018 y ahora enfrenta la enorme responsabilidad de llevar a buen término la elección más grande en la historia de este país. Aunque pesa ahora la advertencia presidencial de una reforma a la ley electoral. Difícil su existencia, sin duda.