La obediencia ciega

Aunque en apariencia así se vea, la obsecuencia acrítica de gran número de legisladores hacia las iniciativas presidenciales no es ciega, sino, más bien, un recíproco apoyo hacia quien los elevó a esa categoría, así sea solo para levantar el dedo. No es fácil superar el traumático trance de salir del anonimato y de pronto convertirse en protagonista de una demoledora fruición contra un régimen político. De ser el popular “chompiras”, o el mejor cuentachistes de la comunidad a convertirse por efectos de una democrática tómbola en diputado federal es un salto de capilaridad social descomunal. De allí que se vote sin razonamiento, solo por consigna, y se arriesgue a contraer el contagioso Covid, de lo cual 84 legisladores ya son víctimas, dos de ellos, el senador Joel Molina y el diputado Miguel Acundo González fallecieron. Quince senadores han sufrido contagio, igual que 233 empleados del Congreso, fenómeno que comprueba que en lugares cerrados con multitud de gente acelera los contagios.