En El Congreso

Xalapa es la capital de las elecciones. A menos de tres meses, reuniones por aquí, visitas por allá. Largas esperas… Y en medio, la visita del presidente de la República Mexicana (habrá venido a palomear?)

En los pasillos de LegisVer se dan cita la necesidad y el miedo. Los que aspiran a diputados, muchos son aspirantes suspirantes y ven difícil que les cumplan “compromisos”.

Los acuerdos no son pactos y los pactos no están aún firmados.

Los que trabajan en el recinto legislativo emergen; muchos ahora son diputados, tienen origen en el propio empleo allí. Esto es que provienen del mismo sector. Hablo del ejército que apoya a los ciudadanos a ser diputados allá adentro. Los que los reciben cuando empiezan todos norteados y los ayudan hasta a conseguir casa.

Los invisibles pero notables personajes que deambulan en esos pasillos y que Ustedes ven en los cubículos trabajando, en los estacionamientos cargando las cosas de los legisladores o mandando su ropa a la tintorería. Pero que, allá en sus lugares de origen, en los municipios,  se desvelan organizando y coordinando, administrando y representando al de la curul y a todo lo que representa. A los partidos políticos y a sus actividades que se les ocurren, desde un cuentacuentos hasta un partido de fútbol.

En esta legislatura hubo de todo. Los diputados tuvieron en ese servicio desde abogados hasta médicos. Muchos, deje le digo, notables administradores y otros, críticos y expertos en la ley del trabajo, penal, laboral, entre otras.

Ellos son los que escriben e investigan, los que arman las iniciativas, y se fragmentan y dividen para dar el ancho. Los que cargan las maletas y los maletines. Los que corren a buscar la medicina cuando al diputado o diputada le duele algo o se le suelta la panza.

Ah pero hay un montón que ni se lo merece, los asesores y coordinadores que quieren ser diputados, que operan en la sombra.

Pero esa es otra historia.

DESANIMADOS

Tienen derecho, o al menos así lo creen. De repente hay casos en los que parece conveniente. Al ver atrás el buen papel desempeñado algunos ya quieren cobrar como legisladores. Saben que contribuyeron a hacer la ley que faculta o cambia el destino de todos. Que con su granito de arena llevaron a todos a un vivir mejor. O que ayudaron a qué los políticos de turno consiguieran para sus partidos los objetivos planteados. Los que no los dejan caer ni renunciar. Los que son su coach, su paño de lágrimas, acompañante, consejero y hasta su amor. Que casos hay.

Es el apasionado del pandero. Y es que, la ley, es de tan espléndido panorama que puede darle el giro a una realidad.

Este es el servicio público más noble en el estado. El que inicia el cabo de un  hilo que repara hasta en el más alejado territorio.

Es una labor que se llega a amar y querer tanto, que habr@ docenas de diputados que desean ser repetidores. Y claro, cómo lo sigo diciendo, al que aspiran “ascender” (si eso se puede decir) a diputados. Pero (aquí viene el pero…) los políticos asalariados tienen otros planes, otras agendas, y mientras más se acerca el 6 de junio, más amigos les salen.

En Veracruz no hay campo nuevo. En este caso todo es como siempre ha sido. Cómo es costumbre, a los que se creen con derechos ya no les contestan el teléfono. Los citan y los hacen esperar. O los dejan con las mesas puestas, las vacas hechas barbacoa y las docenas de partidarios esperando. No les importa el desdén a los que reunieron para demostrar que cuentan con las bases suficientes, solidarias e interesadas.

La única diferencia con años anteriores, es que son tantos y de tan variados colores, que su mareo y marasmo continúa.