LA PROTESTA AMURALLADA 

*De Newton: “Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”.  

 

LA PROTESTA AMURALLADA

 

Lunes de protestas femeninas. Este escribiente andaba de periplo en carretera, 600 kilómetros ida y vuelta y me perdí de aquellas cosas citadinas. En la ciudad amurallada de México, donde el vocal del gobierno le llamó Muro de Paz y la gente Muro de la ignominia, se dio la batalla por la justicia y el esclarecimiento. Dos noches antes de poner el muro, mujeres pintaron los nombres de las caídas, las vejadas y asesinadas por sus verdugos, que la mayoría andan impunes y caminando como si nada. Era un ritual de un Memorial, donde las madres y la gente llegaban a poner flores y a derramar lágrimas en memoria de sus hijos y sus hijas que no encuentran, en este México lleno de fosas misteriosas. El presidente justificaba lo injustificable. Los memes se sublimaron, le asestaron uno rememorando a Cri Cri, el Rey de Chocolate con nariz de cacahuate, otro donde el presunto violador, Félix Salgado Maspedonio, se acerca desde adentro en Palacio Nacional a ver el Muro. El horno estaba caliente. Llegaron las mujeres en diferentes grupos. El gobierno a las vivas, aplicando los protocolos de los incendios. El gas lacrimógeno viralizó el escenario, aunque ellos lo negaron una vocal de la Secretaría de Seguridad por la tarde anunciaba que la policía no usa gases lacrimógenos. La Televisión, Foro TV le bajó dos o tres volúmenes a las protestas, no así sus comentaristas, porque cuando Ana Francisca Vega, la conductora del noticiero de las 8 tuvo al secretario de Gobierno, le exhibió qué demonios eran esos francotiradores arriba de Palacio Nacional, como los existen ahora, después del 11-S, en La Casa Blanca de Joe Biden, donde arriba, cuando hay movimiento abajo hay francotiradores y marines que operan los antimisiles Patriot, los que lo mismo derriban un avión que un cohete a la Casa Blanca. El vocero, Jesús Ramírez, justificó a esos francotiradores, dijo. “Se trató de personal de resguardo que uso un inhibidor de drones tipo Hikvision para evitar vuelos sobre Palacio por ser una área reservada por seguridad”. O sea, cuidan a AMLO mejor que a Biden. Uno de estos francotiradores fue retratado con el arma apuntando hacia abajo, quizá intimidando a las femeninas que protestaban.

 

NADA LES ARREDRO

 

Pero nada les arredró. Era su Día de protestas. Su 8-M, el Día Internacional de la Mujer y México tiene muchos agravios pendientes con ellas. Mujeres protestaban en los tuiters. Lydia Cacho a Salgado Maspedonio: “Si usted tuviera un mínimo de respeto a las mujeres renunciaría a la candidatura y se enfrentaría a la justicia. La patria no es primero en un país en que hombres como usted acosan, hostigan y amenazan a las mujeres”. Salgado no escuchó. México es un país donde la vida de las mujeres no vale nada. 11 mujeres mueren diario por la violencia, por el feminicidio. Es para Ripley. De 2015 a septiembre de 2019 han caído 3,488 víctimas de feminicidios en Veracruz, Estado de México, Ciudad de México y Sinaloa, los cuatro estados que lideran esa maldad. “Ni una menos”. “Vivas nos queremos”, se leían en las cartulinas de esa protesta marcha. Había revuelo, se dañaban algunas cosas y otras se quemaban. A una estación del Metro le llegó el deterioro. Los del lado de gobierno, incluido el presidente, hablaban de la paz, los del otro lado, que el presidente voltea para otro lado sin ver el daño a las mujeres. Era un tira-tira de acusaciones. Caía la tarde y comenzaban a retirarse. El Muro funcionó. Las mujeres hablaban y susurraban entre ellas, algunas lloraban, dónde estás hija, se escuchaba alguna plegaria. Oraban en ese Memorial de Muro con flores y pinturas de sus nombres, no sé quién toma tu mano, no sé quién va a ti y te abraza como te abrazamos aquí cuando estabas con nosotros. Aquello rompía el corazón. Solo una madre o un padre saben lo que es perder un hijo o una hija y no encontrarlos. No solo son las que han caído, son las que andan desaparecidas.

Entonces recordé el poema de  Elizabet Fraye: “No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no duermo. Soy los mil vientos que soplan. Soy los destellos de diamante en la nieve. Soy la luz del sol sobre el maduro grano. Soy la suave lluvia de otoño cuando despiertes en la mañana silenciosa. Soy la rápida y estimulante carrera de tranquilos pájaros que vuelan en círculos. Soy las estrellas suaves que brillan por la noche. No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no morí”.

Descansen en paz.

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