Es un hecho el proceso del cambio en nuestro país, y no necesariamente porque así lo promueva López Obrador, sino porque, según la tesis del materialismo dialectico la “maduración de las condiciones objetivas” así lo permite. El propio presidente forma parte del cambio y lo impulsará hasta donde las circunstancias lo permitan en el proceso de evolución política de México. La prueba de esto último se sostiene en las dificultades para realizar sus ofertas a la ciudadanía, pues ni la economía ha crecido al 4 por ciento, ni la inseguridad ha disminuido y ni la corrupción se ha acabado. Aún está por verse el éxito de las magnas obras del actual gobierno, que ojalá resultaran positivos como lo deseamos todos. Mientras, todos sacuden el árbol social, a ver si la fruta está madura y cae.

























