Edgar Hernández* /Una profusión de espectaculares aparecieron el fin de semana en ciudades, carreteras y autopistas donde “la ciudadanía da las gracias al gobernador Cuitláhuac García” por presuntas obras realizadas, mientras las cifras por COVID-19 alcanzan su máximo histórico.
La muerte cabalga en Veracruz.
Al corte de este lunes subió a 2 mil 548 la cifra oficial de muertos y ya son 19 mil los casos positivos registrados a lo largo de 169 municipios de los 212, aclarando que hay registro de pandemia en 194 de ellos.
Cuitláhuac se auto aplaude –porque no es posible imaginar que la ciudadanía se junte para comprar y mandar a instalar espectaculares de reconocimiento al gobernador por guarderías, escuelas y carreteras que simplemente no existen- mientras el pueblo muere por falta de atención médica.
La propia Secretaría de Salud de la entidad, que solo se ocupa del recuento estadístico, ha señalado que en el norte, en Pánuco, Tuxpan y Poza Rica, se encuentran entre las zonas de más alto riesgo.
Les siguen Veracruz-Boca del Río, Xalapa, Martínez de la Torre.
Y en la misma proporción de peligrosidad por contagio, se ubican la zona de las altas montañas Córdoba, Orizaba y Ciudad Mendoza. Mientras más hacia el sur el semáforo rojo está encendido en la Cuenca del Papaloapan, Coatzacoalcos y Minatitlán.
Son 32 mil los casos detectados de los cuales 9 mil 513 resultaron negativos, mientras los positivos ascienden a 19 mil en 194 municipios.
Acaso son muchos números, pero cada muerto cuenta… y la pandemia que no para.
A las inadecuadas medidas sanitarias, la ausencia de campañas informativas, la falta de medicamentos, respiradores y camas para infectados, se suma la torpeza gubernamental al anunciarse este fin de semana que destinarán proporcionalmente camas de hospital para atender otros padecimientos y enfermedades.
¿Qué no lo primero es lo primero? ¿Es que no se presumía tanto que había la suficiente capacidad hospitalaria y miles de millones de pesos para combatir al coronavirus?
Los espectaculares en las avenidas y carreteras son verdaderamente ridículos.
Poses de político viejo presentan al gobernador Cuitláhuac García, de saco azul y corbata roja –tipo Fidel Herrera- dirigiéndose presuntamente a alguien –se entiende que al “pueblo bendito”- con una leyenda que dice “Gracias gobernador Cuitláhuac García por reducir 3 mil millones de pesos la deuda…”
No hay letra chiquita que aclare nuevos empréstitos contratados en 2019 y 2020 superiores a los cinco mil millones de pesos.
En otros espectaculares de 12 metros alguien da las gracias –tal vez sean las mamás de los escolapios- “por todas las guarderías…” inexistentes y unos más por “las carreteras construidas…” que solo existen en la mente de sus propagandistas.
Pura propaganda pueblerina que no tiene otro objetivo que engañar a la ciudadanía de cara a un proceso electoral –junio 2020- que habrá de renovar el Congreso y los 212 municipios, en donde se pretende mostrar que Morena ha salido adelante y vale la pena seguir votando por ellos.
Se pretende ignorar que la gente no es pendeja, que piensa y sabe; que ya no se deja engañar y que no ignora los estragos de la corrupción, el nepotismo y las torpezas gubernamentales.
El pueblo tiene memoria.
Tiene presente que cuando Morena sostuvo para llegar al poder, que no había peores gobernadores que Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Angel Yunes, escondía su carta fuerte porque si había uno peor, Cuitláhuac García Jiménez, quien por 20 meses consecutivos ha sido considerado el peor gobernador no de Veracruz, sino de la república.
Así lo dice el pueblo “bendito” del Peje.
Así ha quedado de manifiesto mes tras mes en los sondeos demoscópicos en donde queda demostrado que Cuitláhuac es bueno para bailar salsa, tomar desenfrenadamente caguamas y fumar churritos, pero para gobernar… pues eso no es lo suyo.
Que lo vistan de payaso para animar los mítines políticos; lo suyo es tirar la güeva, pero ¿trabajar? ¡No por favor!
Hoy que las pilas de cadáveres suman en el día a día, conviene que el señor gobernador de los morenos se haga a un lado y no ande presumiendo con sombrero ajeno.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo