El fracaso del sueño americano es el fracaso de la visión neoliberal del mundo / Lenin Torres Antonio

El fracaso del sueño americano es el fracaso de la visión neoliberal del mundo

A propósito del divorcio entre el sistema económico neoliberal y la democracia

Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio

Hace un buen tiempo escribí un texto que titulé “diálogos sobre la pobreza”, la tesis que defendí en ese texto es que “el principal problema de la actual teoría social y política, que tiene su máxima expresión en el estado democrático y la economía neoliberal, ha sido que ésta no ha podido resolver el problema de la pobreza”.

Reactualizando esa tesis, ahora podemos agregar, que todo intento de seguir sosteniendo el modelo único de la teoría social y política del hombre, con que hemos construido nuestra visión de la vida social e individual, pasa ahora más que nunca, no tan sólo porque esa teoría en la praxis, garantice resolver la desigualdad social, el hambre, la pobreza y la marginación, sino también, resolver la vulnerabilidad biológica del ser humana, o que cuando menos, garantice la prevención ante cualquier contingencia sanitaria posible que atente con la salud del hombre.

Creíamos que el matrimonio entre ese sistema económico neoliberal y la democracia era eterno, hoy presenciamos el divorcio de ese hogar polimorfo, perverso, de lo público-privado con el que se habían quedado el hombre, capitalismo (expresión de lo individual) y democracia (expresión de lo público, de lo comunitario), las querellas por maltrato de la vieja y mancillada democracia, la incompatibilidad de caracteres, pues mientras uno, por antonomasia, defendía el respeto por el otro, la sinceridad, la fidelidad, la caridad y los valores familiares-comunitarios, el otro, defendía el libertinaje, la perversión, el egoísmo, y la individualidad, ya venían de atrás tiempo, era cuestión de tiempo dicha separación, primero, la historia trajo infinidad de bofetadas a ese matrimonio desigual, pues la mayor parte del tiempo han vivido entre guerras y violencia, los ideales del matrimonio feliz sólo quedaron en los libros de la literatura romántica, todos las hijos de ese hogar disfuncional que procrearon terminaron por ser sujetos egoístas, pulsionales, hedonistas, y una buena parte, proclives a la perversión, toda posibilidad de humanidad se perdió.

Hoy no sabemos si es posible que pueda cada uno reconstruir sus vidas por separados, cada quien, con sus ideales y principios, aunque a veces los consejeros religiosos, los terapeutas de lo imposible, los celestinos de poca monta, las agencias matrimoniales, les aconsejan que no hay pareja tan hermosa como perfecta como ellos, y les conminan a conservar el “feliz”. matrimonio que han construido. Pero hay un hecho fatal, empíricamente hablando, que hace imposible seguir ese “noble” y “desinteresado” consejo de los buenos y profesionales samaritanos, y es el hecho, que no saben que el conyugue ha obligado a practicar infinitos abortos a la mancillada democracia, que el capitalismos no ha podido mantener a los miles de millones de su prole, y la gran mayoría vive en la pobreza y el hambre, y que incluso, aun sin nacer, miles de millones de sus churumbeles su destino será la pobreza y serán marginales de la casa principal del señor capitalista, sus riquezas y las riquezas de la democracia sólo la han disfrutado y ha servido para una pequeña parte de su hijos, salvo que se justifique la muerte de esos miles de millones de hombres y mujeres por la selección natural, ese hogar está rotundamente roto.

Pero hubo un momento de una aparente felicidad, y tuvo que ver con los tiempos en que la democracia ha sido prostituida, sirviendo para legitimar esa economía individualista, donde la ganancia va a parar únicamente a las manos del patrón.

El modelo social, económico y político no construyó ni diseño un modelo de individuo o ciudadano ideal, mesurado, reflexivo, contenido, inteligente, al contrario, se sirvió de los ríos subterráneos pulsionales que habita en cada uno de los seres humanos, y comenzó a construirles espejismos y sueños para que todos aspiraran a vivirlos, pero al final, sólo unos cuantos se les permitiera la entrada a las moradas del señor, el paraíso en la tierra sólo se reservó para unos cuantos, incluso crearon hermosas ciudades, iluminadas toda la noche, donde se concentró “todo lo mejor” del ser humanos, la cultura, los vicios, la moda, la tecnología, los deleites culinarios, la diversión excéntrica, para ellos, construyeron autopistas, trayectos aéreos, máquinas para llegar a esos lugares, incluso se hicieron canciones que referían a esos lugares ideales, París, Londres, New York, Roma, Shangai, Moscu, Rio de Janeiro, etc., cada uno reproducía ese excelsitud de la civilización “moderna”; hasta que les aguó la fiesta, primero, las guerras mundiales, posteriormente, las recesiones económicas, las ideologías, y últimamente, un pinche virus desconocido y cabrón (fuerte) mata hombres, que nos ha encerrados en nuestras casas y ha inmovilizado el peregrinar hacia esos lugares santos, de devoción y excesos.

Ese maridaje entre capitalismo y democracia tiene un contexto territorial, viniendo a ser los Estados Unidos el lugar de todos los peregrinajes, hasta hace poco tiempo, porque hoy lo vemos, quiéranlo o no, al país del Imperio, tambalearse, correr el riesgo de perder su supremacía económica, su supremacía de la perfecta democracia, en suma, su supremacía geopolítica, aunque todavía conserva millones de toneladas de armas convencionales y atómicas, con las que amenazar y representar el verdadero peligro para el mundo.

La ley del karma parece que está haciendo justicia, hoy vemos como al poderoso Imperio Americano la crisis sanitaria del covid19 se ha cebado con el mayor número de muertos, con el mayor número de desempleo a nivel mundial, y los últimos disturbios raciales, ha demostrado que ese modelo social y político siempre ha sido racial y clasista, y lo peor, ha sido un modelo de vida comunitaria e individual vacío.

Ese mundo vacío y de placeres y placebos pasajeros ha sido el mundo del semblante, el mundo al que inconscientemente hemos aspirado, el que nos dejó vulnerables ante el coronavirus, y hay que recordarlo para no olvidar ni perdonar.

Hace mucho tiempo Friedrich Nietzsche se había adelantado a dicho señalamiento que el hombre ha vivido de mitos y de ficciones, además que es la condición de la naturaleza humana, Nietzsche refiriéndose a que “el hombre prefiere incluso querer la nada a no querer”, su ficción constitutiva de una voluntad que somete la racionalidad.

Pues constituye la pobreza  y ahora la crisis sanitarias del covid19 el examen no aprobado por la teoría pública-social del hombre, y que evadiendo ese realidad, nos hemos enfrascado en un vorágine intelectual de análisis de actualización de esa teoría, resumiendo que toda modernización de la política y la administración pública se ha reducido a enseñar estrategias maquiavélicas para sostener el poder, perdiendo valioso tiempo en el diagnóstico, que el examen de la pobreza y ahora el covid19 nos arroja, la teoría social del hombre ha fracasado, por lo que se necesita urgentemente volver a problematizar sobre el concepto de naturaleza humana, volver a discutir antes-desde-después de los griegos, sobre el dilema entre lo público y lo privado, entre voluntad y razón, entre individuo y sociedad, entre inconsciente y consciente, entre ontogénesis y filogénesis.

Partamos en reconocer el fracaso de ese modelo social y político, y veamos “el caso Estados Unidos de Norteamérica”, como la constatación de esas contradicciones y fracaso, y a lo que jamás debe aspirar el mundo, esto no quiere decir que cambiemos de amos o de patrón, sino que es el momento de la verdadera democracia y de una economía comunitaria. El sueño americano se ha convertido en la pesadilla del mundo.

Junio de 2020