¿A QUÉ VIENE EL PRESIDENTE?

ACERTIJOS

Gilberto Haaz Diez.

 

*Pérez Reverte: “Decía el filósofo Diógenes, el del farol y el barril, que para caminar seguro un ser humano debe contar o bien con el estímulo de unos buenos amigos o bien con unos enemigos pertinaces en su odio”. Camelot

 

¿A QUÉ VIENE EL PRESIDENTE?

 

Contó el periodista Alejandro Aguirre, dando una primicia en su muy leída columna, que el presidente vendría a Veracruz a implementar un esquema de seguridad, cuando las cosas en este bello estado se descomponen. ¿A qué viene el presidente?, diríamos por parafrasear cuando en la época de los neoliberales venia el jefe máximo, loco de contento. Las más de las ocasiones, venían a los actos de homenaje en Antón Lizardo, con los Marinos y sus espadachines, como ahora AMLO con los 201 cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar, con sus espadines de mando y su lema: “El que ha de reprender es irreprensible”. Otra vez, época de Jolopo, a reunir a la República en el Fuerte de San Juan de Ulúa, en aquella dichosa frase de: “La Republica está reunida”. Alguna vez, época de Echeverría, a recibir a la Reina de Inglaterra, con Juan Maldonado Pereda de alcalde. Desde el día domingo, el Dream Team de AMLO debe estar en estas tierras benditas de Dios. Listos para la mañanera del día lunes en Veracruz. Muy temprano, fiel a su costumbre, seguro el presidente los acuartela desde las 5 de la madrugada, hora de lechero, para que a las 7 se enfrente a la primera conferencia de la semana. Llega en un día donde los días santos se fueron y se volvieron endemoniados. Quedaron atrás los Días de Guardar. En Viernes Santo hubo una matazón en Minatitlán, que ahora el pueblo llama ‘Siria Titlán’. 14 personas fueron asesinadas, según las reseñas de todos los diarios. Un bebé en brazos. Duras las escenas que se vivieron en las redes sociales, la noticia se volvió mundial. La gente fue obligada a ver las ejecuciones. Como película de terror. Sabe el presidente que la lucha contra la maldad cada día es más difícil. Sabe el presidente que la Guardia Nacional tendrá que venir a hacer un trabajo de zapa, para controlar los crímenes que día a día aumentan en el país. Por ejemplo, durante jueves y Viernes Santo, según el Diario de Xalapa, hubo 8 ejecutados en Coatzacoalcos, Oteapan, San Andrés Tuxtla y Tierra Blanca, donde asesinaron a Sonia Ramírez, ex funcionaria de Hacienda en ese pueblo. Un crimen condenable, a mansalva, como todos los crímenes. Con 7 mil 242 homicidios dolosos, enero, febrero y marzo rompieron una nueva marca, al superar con 9.76 por ciento la impuesta por 2018, considerado el primer trimestre más violento, cuando las procuradurías estatales reportaron 6 mil 598 carpetas de investigación por ese delito. En un país donde el 93% de la población se siente insegura, donde ya en las noches la mayoría se resguarda y no sale a la calle, a Veracruz llega el presidente AMLO. A poner orden, unos dicen que a dar respiración de boca a boca al gobernador Cuitláhuac, a quien siempre ha apoyado. Otros, a que La Guardia Nacional vea qué se va a hacer en este Estado que ahora brilla porque los demonios andan sueltos, con escenas dantescas. Los tuiters no ayudan a nada. Hubo uno del secretario de Gobierno, Eric Cisneros, donde culpa al Fiscal Jorge Winckler Ortiz, no invitado a esa reunión de seguridad del lunes con el presidente. El del secretario de Seguridad, Hugo Gutiérrez Maldonado, mesurado, buscando la concordia. El gobernador, sobre Winckler, culpable de todas sus angustias y todos sus quebrantos. “Coincidencias sin regateo”, llamó el secretario Durazo a los clinchs que se dan entre estos funcionarios. Pobre Veracruz, tan lejos de la maldad y tan cerca de las riñas. El estado de derecho está siendo vulnerado. El presidente sabe de esas cosas, ojalá y esta reunión del lunes sirva para que se aquieten esas aguas del crimen, y volvamos a tener paz. Bienvenido, presidente.

 

CUANDO HAY HAMBRE

 

Como lo escuché lo cuento. Eran los días que fenecía un gobierno priísta veracruzano. El último de ellos. Las pagas a los funcionarios públicos no llegaban. Tenían meses sin llegar. Las arcas estaban abolladas, el ‘efecto licuadora’ ya no daba para más. Las quincenas se esfumaban y los pagos a las rentas de los edificios alquilados no llegaban, ni llegarían. No veían la salida. Pero la gente tenía que comer, hacia hambre después de terminar su jornada de labores de información a la secretaría política del gobierno de Veracruz. ¿Qué hacer?, discurría el jefe encargado del personal. ¿Adónde llevarlos a comer si no hay pasta? ¿Adónde vamos a parar?, diría el Buki, y esa rola cantaban por las tardes. De repente, como por arte de magia, encontró la solución. Cada noche, a eso de las 7, mandaba un ujier a que viera si había difuntos, velorios en las funerarias del pueblo. Cuando el enviado regresaba con la lista, se apersonaba con el personal y primero daban el pésame a la familia, fuera esposa, tíos o padres del fallecido. Cuando decían que iban en nombre del gobierno, por lo que pudiera ofrecerse, los invitaban a que pasaran y entonces corrían los cafés, el pan de dulce y muchas veces los tamalitos, en ocasiones les hacían envoltorios para llevar, claro había que chutarse el rezo de cada hora al difunto, pero eso era pecata minuta porque, como lo dijo Luis Spota: ‘Mas cornadas da el hambre’, a veces. Asunto resuelto, así sobrevivieron durante los últimos meses de un gobierno que se había quedado sin cash. Así las cosas, diría Minga, una gente de mi pueblo.

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