Sin tacto
Estacionamientos
Por Sergio González Levet
Si los seres humanos estamos teniendo ya problemas para caber en este mundo, los vehículos de plano están ocupando espacios vitales, ya cuando se mueven o ya cuando hay que estacionarlos en algún lugar.
Las ciudades de Veracruz son un lugar vedado para dejar los automóviles porque en la mayoría de las calles está prohibido el estacionamiento, todo con el fin de que los autos puedan circular más o menos fluidamente por los arroyos.
Pero en los pueblos también (les llamaré ciudades medias, para no afectar regionalismos): los centros históricos de las cabeceras municipales están siempre ocupados por coches y camiones y motocicletas cuyos dueños y pasajeros andan haciendo compras o trámites o simplemente fueron a pasear.
En el hermoso pueblo donde nací (no es por presumir, pero yo soy veracruzano), por poner un ejemplo, los conductores y sus pasajeros andan dando y dando vueltas como abejorros alrededor de un foco porque no hay un solo cajón vacío, y cuando quieren comerse unos sabrosos tacos estilo Misantla, precisamente, se terminan estacionando allá por el Panteón Morelos y caminan hasta cinco cuadras, con lo que hacen una buena hambre que mejora considerablemente el apetito la consideración que tienen los comensales por ese sabroso platillo.
¿Dónde dejaré mi coche? He ahí el dilema permanente de quienes tienen un vehículo para transportarse. Primero, porque no hay lugares permitidos en la vía pública, y segundo porque el precio de los estacionamientos es cada vez más alto y prohibitivo. Los empleados públicos que trabajan en oficinas centrales de Gobierno estatal o de los ayuntamientos tienen que madrugar considerablemente para encontrar un lugar en la calle o erogar una buena cantidad mensual para dejar sus unidades a resguardo durante la jornada laboral.
Y aquí viene el meollo del asunto. De acuerdo con los reglamentos municipales, toda construcción debe garantizar el espacio necesario para que se estacionen los vehículos de uso cotidiano. Por ejemplo, en las casas se debe tener cuando menos un garaje para un auto. Y los comercios deberían garantizar los lugares necesarios para sus clientes y proveedores.
Pero más aún, las dependencias públicas tendrían que estar obligadas a proporcionar cajones de estacionamiento para sus usuarios. El Gobierno es totalmente omiso en eso cuando hace sus construcciones. Se puede entender que el Palacio de Gobierno de Xalapa o el Palacio Municipal de Veracruz fueron edificados en tiempos en que solamente pasaban carretas o tranvías de mulitas por sus calles de acceso, pero es una tragedia que lugares públicos modernos de alta concentración, como los estadios de beisbol y de futbol de la zona conurbada Veracruz-Boca, no estén acompañados de grandes estacionamientos. Eso sucede también en el Nido del Halcón que nomás no se acaba de terminar.
El Gobierno de Cuitláhuac García festinó igualmente la construcción de un edificio de oficinas por los rumbos de la Colonia Revolución en Xalapa, que ocasionó que sus calles aledañas se convirtieran en un infierno de vehículos en busca de autor o de lugar.
Ya es tiempo de hacer un programa de tolerancia cero para los nuevos edificios y centros comerciales, porque la ley los obliga a ofrecer espacios de estacionamiento… pero la corrupción -que dice AMLO que no existe, ja ja- les permite (no) hacer lo que quieran.

























