NO DAR LA MANO (FUCHILA) 

*Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo. – Jaime Sabines. Camelot. 

 

NO DAR LA MANO (FUCHILA) 

 

En la política, como en la vida, hay veces que no se quiere dar la mano a alguien que llega a extenderla. Dar la mano nace de una leyenda.  El darse la mano es una costumbre muy antigua que ha servido como saludo a lo largo de los siglos y en gran parte del mundo, no sólo en los países occidentales. Esta tradición o costumbre la podemos fechar en los días en los que las personas habitaban en pequeñas comunidades aisladas cazando para comer y por lo tanto el contacto con otras civilizaciones era escaso o nulo. Por lo que cuando aparecía algún extraño, como se le tomaba como amenaza, lo que hacían era dar la mano para indicar que no llevaba ningún arma. Se daba la mano derecha, porque la mayoría de las personas son diestras y así indicaban que estaban desarmados. Lógicamente esto era toda una ventaja para los zurdos que querían atacar por sorpresa a otro. Situándonos ya en la Edad Media, estrechar la mano simbolizaba que no se llevaba ningún arma bajo la ropa, las mujeres no estrechaban la mano ya que no eran percibidas como amenaza. Es otro motivo de que sea la mano derecha la que se use en el saludo, ya que la mano izquierda está asociada a fines higiénicos. Y nunca se utiliza para comer, dar o recibir, ni tampoco para saludos. Nietzche decía que Dios les daba la mano a algunos creyentes, pero que luego procedía a lavársela por ser muy hipócritas. En aquellos saludos imperiales, cuando se formaban fila para saludar al presidente en Palacio Nacional, cuando acababa de protestar como mandamás, a Carlos Salinas, que era debilucho de mano, le ponía el Estado Mayor Presidencial, por órdenes de los médicos, una vendoleta en la mano derecha, pues cinco horas después terminaba con la mano amoratada. El presidente Ruiz Cortines, viejo sabio, no le gustaban tantos apretones y saludos, tenía una buena técnica, se ponía su sombrero Tardán al pecho, tomándolo con la mano derecha y nadie lo podía saludar, menos abrazar. En la era moderna, si las mujeres no te estiran la mano, ni lo intentes. Es de mal gusto. 

 

LOS DE AHORA 

 

Por ejemplo, en los políticos de ahora, AMLO no le daría la mano a Monreal por nada del mundo. Desconfía de su antiguo aliado, desde que un buen día el senador le jugó las contras y lo hizo que mordiera el polvo en la elección de CDMX en las delegaciones, donde los dejaron como a Los Pumas con todo y Dany Alves y la Sheinbaum fue de llorona a acusarlo con el presidente. En Veracruz sobran los casos de quienes no se quieran dar la mano, vamos, ni siquiera un saludo de a lejitos reverenciando la cabeza. Cuitláhuac no le daría la mano al diputado Sergio Gutiérrez Luna, porque le vino a alborotar el gallinero y este lo tenía quietecito para la Rocío Nahle, que ya camina como gobernadora. Alguna vez se atrevió a decir que no lo conocía. Y ahora brincan de gusto, porque Checo abandona la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Y las cábalas apuntan que, si pierden la elección, vendrá la noche de los cuchillos largos, y hay que huir para dónde se pueda. Si ganan, no, el paraíso será de ellos por otros seis años. ¿Qué pasaría un día después de la elección si los resultados comienzan a llegar adversos? Me imagino que las maletas ya las tendrán hechas, por si las moscas, y los boletos del aeropuerto Heriberto Jara con destino desconocido estarán abiertos, para irse cantando la rola esa: “Y se marchó y a su barco le llamó libertad”. Irse locos de contentos, con su cargamento para la ciudad, como el Jibarito. Muchos apuestan que eso sucederá. Otros, que no, que tienen el tamal listo para lo que se ofrezca, pero los aliancistas, al menos en Veracruz, aseguran que aquí se les vence, con un candidato de la Alianza y que el famoso Dante Delgado Rannauro no se agache y se vaya de lado y jale parejo con la alianza. Veremos.  

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