MI SEMANA DE COVID 

*Y cuando despertamos, estábamos llenos de muertos. Camelot. 

 

MI SEMANA DE COVID 

 

Cierro mi semana de COVID. Al principio, pensé, como aquel grito del Mundial contra Holanda: No era penal. Pero si lo fue. Después de la prueba química salí positivo y ni modo, a resguardarse en casa la semana que ahora piden los expertos en estas cosas y seguir las indicaciones médicas. Como quiera que sea ahí la llevé, encerrado sin contagiar, con un poco de tos y poco de flujo nasal, pero todo bien, hasta que al penúltimo día me entró un vértigo que me puso a bailar la lambada a ritmo norteño, pero de allí no pasó nada y espero el lunes estar rolando por mis sitios cotidianos. Gracias a aquellos que llamaron y estuvieron pendientes. Se agradece. 

 

SEMANA DE INCERTIDUMBRE 

 

Fue una semana de incertidumbre, de un México ensangrentando y un gobierno escondiendo cifras, negando lo visto por todos lados, llenando el país de muertos y negaciones, y abriendo frentes que estaban cerrados, como el de Ayotzinapa que ahora, cuando el subsecretario lo clasificó como Crimen de Estado y descubrir a militares del ejército inmiscuidos en ese crimen de aquellos 43 estudiantes, ahora a ver cómo desenredan ese nudo gordiano. México envuelto en llamas y Nerón viendo quemarse el país. Celaya pierde a uno de sus hijos queridos, supe por alguien que conoce a esa familia, que la muerte del hijo del alcalde, Guillermo Mendoza, un panista de bien, Javier Mendoza, no solo convulsionó a Celaya y a Guanajuato, donde en el estado la familia es apreciada, en Querétaro y en Monterrey también les aprecian, en muchos lados vemos cómo los delincuentes se apoderan de las ciudades al amparo de los abrazos y no balazos.  

 

NO ME DEFIENDAS, COMPADRE 

 

La frase bien se la podría endilgar el presidente AMLO a su subsecretario Hugo López Gatell. Este hombre boqui-floja, cuando no tiene qué hacer inventa cosas o se saca de la manga cualquier tontería. Se fue en esta semana sobre los consultorios médicos, que están pegados a las farmacias y que ellas mismas los pusieron para que los pacientes allí lleguen y por precios módicos por consulta, que oscila entre 50 y 150 pesos, pasan y te atienden rápido a ti o a tu niño y el doctor ve la dolencia y juntito te manda a comprar la receta. En menos de media hora. Gatell ignoró que las televisoras, cuando salió con esta gracia, enviaron a sus reporteros a cubrir algunos de los 18 mil consultorios médicos y se llevaron la sorpresa de que no solo están bien atendidos, sino que, con profesionalismo médico, por ser doctores con cedulas profesionales. En contraste puso una escena, Azucena con Milenio, donde la gente pobre llega al IMSS o al ISSSTE y desde la madrugada hacen fila, hasta banquitos les alquilan en 10 pesos para sentarse, desde las 5 de la mañana comienzan a hacer turnos porque les dan solo 5 o 15 pases para la gente, cuando las colas suman cien o más. Esa es la diferencia, lo que Gatell consiguió es que exhibieran el fracaso de la seguridad social en el gobierno de su patrón, o sea, de Dinamarca y su medicina que pretendía, no llegó ni a pueblo bicicletero, por menos que eso, en tiempos imperiales Gatell estaría en la calle. Pero como es consentido de Ya Saben Quién, pues el hombre allí seguirá diciendo sus barbaridades. Lo único que consiguió, es que la gente llegara a la conclusión que son mucho mejor esos consultorios modestos, donde solo hay un escritorio y dos sillas y un médico, que la parafernalia que rodea al sector salud. Entre Gatell y Simi, me quedo con Simi.  

www.gilbertohaazdiez.com