EN MEMORIA DE HIPOLITO REYES LARIOS / Gilberto Hazz

*De San Agustín: “Dado que hablamos del camino, comportémonos como si fuéramos de camino: los más ligeros, esperad a los más lentos y caminad todos a la par”. 

 

EN MEMORIA DE HIPOLITO REYES LARIOS 

 

Mañana de día lunes. Para empezar semana. Estaba programado un homenaje luctuoso en el primer aniversario del fallecimiento del mendocino y gran querido Monseñor Hipólito Reyes Larios, primer Obispo de la Diócesis de Orizaba y Cuarto Arzobispo de la Diócesis de Xalapa. Y allí me tenéis en el bello Palacio de Orizaba con el alcalde Juan Manuel Diez Francos, y la familia Reyes Larios. Que 12 hermanos fueron y uno falleció, Monseñor. Hijos del gran luchador social, Melitón Reyes Andrade y doña Dolores Larios Pastrana. El alcalde les mostraba una foto del Arcángel que está en la oficina Oval de Orizaba (algo como la de la Casa Blanca, aunque esta es cuadrada, pero tiene la misma importancia). Llegaba la hora de ir a la Catedral al homenaje y caminamos la peatonal calle Colón, a su paso, el alcalde recogía una que otra basura tirada en la calle y daba indicaciones a su chofer que despintaran un grafiti. La gente le saludaba, los agentes de tránsito se le cuadraban, le filmaban algunos, uno de ellos a lo lejos le gritó: ‘Lo queremos de gobernador’. Y así en seis minutos llegamos, donde ya estaba Luis Reyes Larios y sus hermanos y hermanas y el Obispo de Orizaba, Francisco Eduardo Cervantes Merino, con su indumentaria clásica, en color rojo o morado, llena de simbolismos, la cruz pectoral, el anillo pastoral, todo. Como homenaje iban a inaugurar una calle al pie de la iglesia con su nombre. En el callejón aledaño a Catedral. Allí está ahora, como la puerta de Alcalá, viendo pasar a la feligresía que va a misa. Los familiares agradecían, comenzó el primer discurso de Luis Reyes Larios, rector de la Universidad del Golfo de México. Habló de la obra de su hermano y rememoró una frase de San Agustín, que mucho admiraba Monseñor.  

 

LA DEVELACION 

 

La mañana era fresca, el tiempo perdonó el calor y la frescura dejaba que el acto transcurriera, fieles se congregaron, muchos medios de comunicación, habló Juan Manuel Diez Francos, alcalde de Orizaba, mencionó que en Orizaba gobierno y la iglesia iban de la mano, decía que Orizaba era el corazón de toda la región de las altas montañas, pero que era una ciudad que abría sus brazos a todos, en clara referencia a esa gente foránea que acompañaba al homenaje del Cura mendocino, porque el Papa Francisco asegura que deben llamárseles curas, independiente del grado de Obispo o Arzobispos o Cardenales. Develaron la placa. Todos en negro, ceremonia de respeto, luctuosa para un hombre cristiano, católico, bueno y muy humano, que siempre tendía la mano a quiénes la necesitaban. Uno de los 12 hijos del gran luchador social, don Melitón Reyes Andrade, de los cuales 11 aún sobreviven y no eran, como me dijo uno de sus hermanos, los 12 apóstoles porque en ellos hubo un traidor y aquí no hay ninguno, más bien los compararía con las 12 tribus. San Agustín decía: “No seáis sabios para vosotros solos. Recibe el Espíritu. En ti debe haber una fuente, nunca un depósito, de donde se pueda dar algo, no donde se acumule. Dígase lo mismo de la alforja.” Eso era Hipólito. Cerró los discursos el Obispo Francisco Eduardo Cervantes, ponderó el trabajo eclesiástico de quien creó la Diócesis de Orizaba en tiempo de Juan Pablo Segundo. Un hombre muy respetado, que luego se fue a Xalapa y se lo llevaron, como se llevan las cosas buenas a aquella Diócesis. Pero cada que podía el hombre venía a congregarse con su familia, una familia muy unida, muy querida y muy respetada. Se develó el pequeño monumento con una placa en su memoria (1946-2021), los fotógrafos de los medios imprimían sus placas. El obispo invitó a recorrer el callejón y de allí a oír la misa en su memoria. A la entrada saludé al padre Helkyn, que oficiaría misa con el jefe, estreché su mano. La gente comenzó a entrar, primero el alcalde con la familia y luego la feligresía. Los pueblos agradecidos honran a sus gentes buenas, a sus hijos nacidos para hacer el bien. Orizaba honró a Hipólito Reyes Larios. Monseñor que está sepultado junto a la tumba jalapeña al lado de San Rafael Guízar y Valencia, descansando en paz y seguro, desde el cielo, donde debe estar, se maravilló con este homenaje y mandaría el mensaje a su familia de seguir unidos como siempre lo hicieron, desde que sus padres les conculcaron ese ejemplo. Buen homenaje orizabeño. Siga descansando en paz, Monseñor. Aquí se le recuerda con cariño y amor.  

www.gilbertohaazdiez.com