Déjame que te cuente… / Sergio Manuel Trejo Gonzalez

Déjame que te cuente…
Oluta:
Su historia, sus monográfias, sus crónicas , sus leyendas y su gente, tiene, como la mayoría de los pueblos de nuestro pais, reflejos de todos los matices, que algunos vecinos guardan en la memoria.
Su servidor comenzó a visitar aquellos potreros a principios de los años 60’s, cuando en mis vagancias de chamaco, atravesaba la zona urbana, observando que por su primera calle transversal lo popular resultaba la zona de tolerancia y en su última calle todo terminaba frente al cementerio.
En esas aventuras pude presenciar por primer vez una carrera de caballos, sobre la calle Hidalgo, obviamente sin pavimentar, en un par de cuadras anteriores al parque central.
Una cantidad regular de cantinas alegraban el ambiente con la música de las antiguas rockolas.
Mi destino en aquel tiempo era un rancho que estaba situado por el rumbo de Correa; había que librar la cruz que se encontraba en la curva de la carretera y luego pasar bajo sombra de una ceiba, mas frandosa, tétrica y enorme que cualquiera de los baobabs (los gigantes arboles y la pesadilla de ‘El Principito’), donde decían que el diablo se acostaba para descansar.
Ahi me tenía que voltear la camisa y echarme una sahumada con el humo de un cigarro “Alas” sin filtro. Todavía me arde la garganta por aquellos toques al tabaco quesque para protegerme del chamuco.
En esos andares conocí las jicamas, que son los tubérculos jugosos, muy propios que identificaban a Oluta, antes por supuesto que aparecieran las contemporáneas memelas, que se han robado aquel timbre y etiqueta, que por cierto aparece en el escudo de Oluta.
Tierra famosa tambien por su veneracion al patrono del lugar:
Juan el Bautista,predicador judío y santo, comenzó a ser conocido públicamente como profeta en el año 28; su actividad se desarrolló en el bajo valle del río Jordán, donde administraba el bautismo en las aguas del río.
De ahi le viene a Oluta su fervor, su tradición y su algarabía para estar de fiesta durante el mes de junio.
Festividad que como en toda sociedad humana tiene detalles y renglones torcidos, manchados con sangre.
Desde aquella mítica quijada, narrada en el capítulo cuarto del Génesis, lo que distingue al hombre de los demás seres es su capacidad fraticida.
Quizá sea un Caín, pero es humano,
y por Abel, Dios, le pregunta:
-¿Qué has hecho de tu hermano?
Hay golpes en la vida que no quisiera recordar, menos contar.
No, no voy a describir ahora nada que tenga resaca de sufrimiento, tragedia o drama.
… muertes por el parque, en las calles, en las canchas, en el hogar, con
lejanos rumores;
… en el ambiente sombrío de Oluta, durante la Semana Santa, en la Santa Cruz y el día de San Juan.
El 24 de junio, en alguna parte siempre surge de nuevo la pregunta: ¿Donde estaba Dios?
Los designios del Senor son inescrutables.
No tengo respuesta ni tenemos la explicacion.
La voz poetica del autor de Los heraldos negros, nos define como seres humanos, pobres y miserables que registramos, somos conscientes, sentimos, incluso aquello que es mucho más grande, que nos avasalla, para lo que no tenemos ni siquiera un lenguaje: El destino, lo divino, el sufrimiento, la muerte.
Oluta, pueblo pintoresco y generoso tenía desde mis tiempos de infancia, en sus terrenos, enormes plantaciones de mangos, piñas y naranjas. Nosotros pensabamos que todo eso formaba parte de aquel bíblico paraiso perdido, y nos abasteciamos al paso hacia sus manantiales atractivos como La Guada.
Oluta.
Alguna vez fue la sede de una legendaria escuela Normal donde convergieron y coincidieron personajes irrepetibles e inolvidables.
Oluta, alguna vez su fama se derivó de doña Tomasa Valdes Ledezma, la madre del Licenciado Miguel Alemán Presidente de la República.
Oluta, tambien ahora lugar donde se dice, entre tantos mitos, que nació La Malinche. Origen que se regatean Coatzacoalcos, Jaltipan y algunos lugares de Tabasco. Tenépatl, llamada la Malinche, es la indigena e Intérprete y compañera de Hernán Cortés, que desempeñó un importante papel en el proceso de conquista de México.
Con esa imagen, Oluta y su Malinalli, ahora se muestran en todo su esplendor sobre calles y espacios que antes se consideraban de Acayucan, los taxistas de Oluta han sido los primeros en marcar su territorio para explotar una fuente de trabajo palpable y notable.
En lo general poco nos preocupa si tal invasión es de iure o de facto.
Oluta es tierra donde los acayuqueños por lo regular somos bien recibidos y la gente de Oluta igual circula y se relaciona, encariña y amanceba o matrimonea sin remilgos ni discriminacion alguna.
Dijera don Alex Lora, compartimos el mismo anhelo, compartimos el mismo cielo, compartimos el mismo tiempo y el mismo lugar, .
Fuimos parte con muchas y muchos y de la misma escuela.
Ibamos en la misma prepa con algunos de la misma secundaria.
Algunos compartimos el mismo amor y el mismo dolor.