Esto es lo que valen algunos partidos

VÍCTOR MURGUÍA VELASCO

Hace mucho tiempo que en México no había una oposición política tan sumisa o controlada, lo que por un lado avergüenza y por otro crea desesperanza.

Ya de por sí era notorio lo atado que estaban los líderes -por llamarlos de manera muy benigna- opositores, pero de unas semanas para acá su situación empeoró a ojos del sector que está en desacuerdo con el gobierno del presidente López Obrador.

Ahora a lo atados que están hay que agregarle la manipulación en que han caído. La justificación pública es que debe haber diálogo, en privado dirán que ya no aguantan las distintas presiones ejercidas, pero las consecuencias son las mismas.

El poder que tiene la oposición está en sus gobernadores y dirigentes de partido, aunque también cuentan los diputados y senadores, si sus votos son en el número necesario para frenar una reforma.

Pero los gobernadores están muy frágiles, por la revisión de cuentas a que pueden ser sometidos (el de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, un claro ejemplo) o la restricción de recursos para ser ahorcados financieramente (como el de Durango, José Rosas Aispuro Torres).

Así que puede decirse que los gobernadores no tienen en su mente ser opositores, sino que llegue el final de su mandato para que se acaben sus problemas y hacer lo necesario para no tener conflictos posteriores. Si eso implica que su partido no gane la sucesión en la gubernatura, pues ni modo.

Ahora los vimos en la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), disminuida hace un tiempo por ellos al conformar un organismo alterno, y revivida también por ellos al reunirse hace unos días con el Presidente y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

En tanto la otra fuerza opositora, la conformada por los dirigentes del PRD, PRI y PAN, a unos meses de haber sido arrollada en las elecciones está desarticulada, sin saber qué hacer ni cómo enfrentarse con éxito al Presidente, tal vez porque simple y sencillamente no quieren.

El PRD, desde Veracruz, ya le puso precio a estar con López Obrador en su principal reforma, la eléctrica. Pide que dejen en libertad a los llamados presos políticos, Rogelio Franco, uno de ellos.

En el PRI, su dirigente Alejandro “Alito” Moreno, que tiene todo controlado, no se sale de un guion cómodo para el gobierno federal y aún así pretende ser candidato presidencial en 2024, tal vez para facilitarle todavía más las cosas a quienes critica con rosas.

Y en el PAN Marko Cortés es el dirigente más anodino que ha tenido Acción Nacional en casi toda su historia. No ata ni desata y en estos días cedió a ir a dialogar con el Secretario de Gobernación, seguramente a cambio de muy poco.

Así las cosas, tal vez el PAN retenga Aguascalientes, el PRD vea libre a sus presos y en el PRI libren varios la cárcel.

Con esos dirigentes poco es lo que puede hacer la militancia de estos partidos en los estados.

En tanto varios ven al Movimiento Ciudadano (MC), donde manda Dante Delgado Rannauro, como una opción.

Lo sucedido este año le ha dado a Dante la razón. Para qué aliarse con lo que representan poco. En solitario pudo ganar una gubernatura más y contar en sus filas con un joven político, Luis Donaldo Colosio Riojas que, de acuerdo a una encuesta que despertó suspicacias pero también envidias, en la actualidad está para competir por la presidencia de la República.

Dante dice que ganará la presidencia en 2024, pero hasta ahora esa declaración se aprecia más bien como parte de su filosofía de tirarle flechas a la luna a sabiendas de que no alcanzarán al satélite, pero que sí llegarán lejos.

¿Qué le queda entonces al sector de la sociedad que está inconforme con la forma de gobernar de AMLO? No es la mayoría, pero suma millones y debería estar mucho mejor representado. ¿Le queda solo esperar?

En fin, todo lo anterior lleva a lo mismo. Por ahora no se ve forma que, por separado o unida, la oposición pueda ganarle a las candidatas o candidatos que presente López Obrador para las elecciones de 2022, 2023 y 2024, es decir, para las gubernaturas y la presidencia de la República.