MORENA ¿la Cuarta T?

MORENA ¿la Cuarta T?
 
Alfredo Bielma Villanueva
 
Si lo contemplamos desde la óptica de sus previos avatares, el Partido Revolucionario Institucional sería ubicado como una tercera fase de un Partido adaptándose a las circunstancias políticas, económicas y sociales del país. Esa tesis, siempre que aceptemos que la cosmovisión del Partido Nacional Revolucionario (PNR-1929), y del Partido de la Revolución Mexicana (PRM-1938) sea la previa al Partido Revolucionario Institucional (PRI-1946), es decir, organizaciones “surgidas” o inspiradas por el fervor revolucionario iniciado en 1910 y concretado en el Pacto Constitucional de 1917 como marco normativo fundamental del nuevo Estado Mexicano. En esa secuencia lógica, inspirado en la teogonía revolucionaria nació el PRI, precisamente cuando “la revolución se bajó del caballo” y subió al Cadillac, bajo el rubro de la Justicia Social. Ya habían gobernado al país el el interino Emilio Portes Gil, el electo Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, el sustituto (1928-1934) del PNR, y Lázaro Cárdenas (1934-1940) los tres primeros bajo la batuta de Plutarco Elías Calles, pero el general Cárdenas se sacudió esa Jettatura exiliando al “Jefe Máximo” y su grupo más cercano, y a su vez fundó su partido político, el PRM en 1938, que postuló a Manuel Ávila Camacho en 1940, esos gobernantes se desarrollaron en circunstancias adversas, pero siempre postulando los principios de la Revolución Mexicana. La Segunda Guerra Mundial influyó determinantemente en la economía nacional y, por supuesto, en la trayectoria política del país, en esas nació en 1946 el Partido Revolucionario Institucional, cuyo primer candidato fue el licenciado Miguel Alemán Valdés, iniciando la “etapa de gobiernos encabezados por civiles” (aunque debe recordarse que Emilio Portes Gil reunía esa categoría), en lo social México iniciaba el éxodo del campo a la ciudad, de allí aquello del caballo y el Cadillac. Alemán Valdés fue destapado como candidato del PRM, pero su campaña la hizo ya como candidato del PRI a partir de enero de 1946, iniciándose una larga hegemonía al convertirse en partido de estado y en el eje central sobre el cual giró la evolución política del país, “haya sido como haya sido”. Pero en 2000 llegó la alternancia y desde ese año a 2012 gobernó el Partido Acción Nacional, rompiendo aquella ininterrumpida hegemonía iniciada en 1946, o sea, el PRI gobernó sin interrupciones durante 54 años y cada seis años provocaba una sui géneris alternancia de grupos políticos de manera pacífica, y como “perro no come perro” se produjo la larga serie de complicidades originadas teniendo como factor común al PRI.
 
Ahora, México ya es otro, la auténtica apertura democrática se incubó más intensamente durante la década de los años noventa del siglo pasado, y fue gracias a la creación del IFE-INE que las sucesiones alternadas han sido de manera institucional y pacífica, fortaleciendo al Estado de Derecho, lo cual permitió el acceso del actual gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), con un partido movimientista que proclama la Cuarta Transformación, en arbitrario apego a la sucesión de los grandes estremecimientos nacionales a partir de 1810 (Hidalgo, la Independencia), de 1967, (la Restauración de la república, Juárez); la Revolución de 1910 (Madero) y la elección en 2018 de López Obrador. Acaso haya oportunidad de comprobar si persistirá esa idea cuando López Obrador ya no esté en el poder, todo dependerá de que el sucesor o sucesora consoliden la ruta o decidan cambiar de rumbo.
 
Es impetuoso el avance electoral de MORENA, a tal grado que este partido pudiera encajar en la categoría de ser la Cuarta Transformación de los partidos surgidos de la Revolución Mexicana: PRN-PRM-PRI y ahora Morena, pues como va, ya pronto gobernará en casi todas las entidades de México y, al igual que el PRI lo hizo, mantiene mayoría en el Poder Legislativo y va rumbo al control del Poder Judicial. Si otra cosa no sucede y se lo impide.