El CIDE y el trauma del 68 / Alfredo Bielma Villanueva

Un grupo de estudiantes protestan hoy afuera del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), en Ciudad de México. EFE/Madla Hartz
Alfredo Bielma Villanueva
 
El presidente López Obrador califica de “despropósito” el intento de comparar la actual protesta estudiantil en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) con el movimiento del 68, y sin duda le asiste la razón por muchos considerandos, entre ellos las circunstancias, los actores en la escena y, de manera central, el Movimiento de Regeneración que ahora está al frente de los destinos del país. En cuanto a las circunstancias, tenemos que coincidir en las diferencias económicas, sociales y políticas entre el México actual y el de 1968; tampoco es el mismo el partido que gobierna federativamente, ni el grado de estudios de quienes ahora protestan, y, por supuesto, la diferente personalidad del titular del Poder Ejecutivo de aquel entonces, 1968, y quien lo preside ahora. El presidente López Obrador alude a que Claudia Sheinbaum no es igual al general Corona del Rosal, quien gobernaba el Distrito Federal de aquel entonces, y tiene razón, sería un auténtico “despropósito” comparar la personalidad de ambos personajes, pues en materia política la señora Sheinbaum quedaría en párvulo respecto a Alfonso Corona del Rosal. López Obrador acentúa el comentario sobre el “despropósito” comparativo para expresar que hay “deshonestidad intelectual”, porque “… como eran los intelectuales predilectos del régimen de corrupción de injusticia y privilegios, ahora están molesto con nosotros”, sin duda tendrá la respuesta de los referidos en ese comentario. Pero, por supuesto, tiene razón el presidente, su gobierno no cometerá la imprudencia de resolver las diferencias surgidas en el CIDE con garrotazos ni con bazucas, las experiencias enseñan. Deber es reconocer que el presidente convoca al diálogo, lo cual se traduce como determinante instrucción a la Directora del Conacyt para disolver cuanto antes esta piedra en el zapato. Sin embargo, el presidente no es omnipresente (68 dixit), no puede estar en todos lados y debe preocuparle la capacidad de los operarios para atender el asunto, que pinta para cortar por lo sano y ceder removiendo a Romero Tellaeche de la Dirección del CIDE, aunque signifique un trago amargo para la señora Álvarez Buyllia. ¡Ah! no debe quedar en el tintero que el presidente toca madera, porque no le debe gustar la comparación con Díaz Ordaz, quien, a su vez, ya no puede responder, pese a que en vida fue dueño de una viveza intelectual y riqueza en materia cultural, jurídica y política extraordinarias, por lo cual solo nos queda el recurso de suponer las expresiones de sus respuestas.