La sorpresiva visita de Chucho Zambrano

CUENTOS, MITOS Y TRADICIONES

La sorpresiva visita de Chucho Zambrano

Por Juan Iván Salomón

Minutos después de las 12 del día de este sábado en Dos Ríos,  a unos kilómetros de Xalapa, el acto de “Encuentro por la Fortaleza y Unidad Perredista” llevaba un retraso de más de una hora. Cientos de militantes del PRD venidos de distintos rumbos del estado abarrotaban el recinto. Esperaban a Sergio Cadena Martínez, dirigente estatal del partido amarillo. De pronto, el maestro de ceremonias, Manuel Hidalgo, elevó la voz y pronunció el sorpresivo anuncio:

–En este momento entra el presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano Grijalva.

Y estallaron los aplausos.

Le acompañaba la plana mayor del sol azteca: diputados federales Jesús Velázquez, Gabriela Sodi y Elizabeth Pérez. Ya había llegado Roxana Luna Porquillo, presidenta del Consejo Político Nacional del PRD.

Aquí esperaban ediles salientes y entrantes. Hubo discursos y más discursos que giraban en torno a la detención de Rogelio Franco Castán, Gregorio Gómez y Azucena Rodríguez exigiendo su liberación.

Parecía resurgir el PRD cual Ave Fénix como en sus tiempos de esplendor, como a fines del siglo 20 e inicios del actual cuando era un honor simpatizar con este joven partido de izquierda.

¿Se recuperará? ¿Desaparecerá en las próximas elecciones? ¿Cambiará de nombre y de siglas?  ¿Continuará en alianza con  PAN y PRI o participará solo en 2024? Por ahora ni los propios perredistas lo saben con certeza.

EL TIEMPO NO PERDONA

Ahora cambiemos de tema y de partido. El salón Onix, frente al Museo del Transporte en Xalapa, estaba a su máxima capacidad, en las inmediaciones había mucha gente que no pudo entrar al local donde rendiría protesta el candidato del PRI a la presidencia municipal. Correspondería el honor de tomarle la protesta nada más y nada menos que a uno de los más conspicuos priistas del estado. Uno que había empezado desde abajo. Conocía todos los rincones del territorio veracruzano y por nombre a los personajes más influyentes de  cada uno de los 212 municipios. De privilegiada memoria, era una enciclopedia  política, válgase el lugar común.

Llegaría el momento esperado. El presidente en turno del partido cedió la palabra al experimentado y sobrio político. Silencio respetuoso de la entusiasmada concurrencia. Empezó con solemnidad a hablar del partido, que había escogido al mejor de sus militantes para buscar la alcaldía de la capital del estado. Hizo una pausa, recitó de memoria las palabras acostumbradas para estos casos, dirigió la vista al candidato y antes de expresar el consabido “protesta usted cumplir…, titubeo unos segundos, su otrora extraordinaria memoria le hacía una ingrata jugarreta; por más que se esforzaba no lograba recordar el dato que necesitaba; reaccionó y decidió rápido, alejó el micrófono de su rostro, se aproximó al oído de quien estaba más cerca y preguntó:

–¿Cómo se llama el candidato… ?

Se produjo un incómodo y tenso silencio de parte de los asistentes e inmediatamente irrumpió un creciente e ininteligible murmullo; risas, carcajadas reprimidas. El indiscreto micrófono abierto había registrado fielmente la pregunta.