Las escenas de antaño y de hogaño

Alfredo Bielma Villanueva
 
Triste en verdad es el mundo que heredamos a las nuevas generaciones en México, ¿qué sucedió? ¿Qué hicimos mal? ¿acaso hicimos algo para evitarlo? La generación de salida, esa surgida a la vida a mediados del siglo XX tuvo la oportunidad de convivir con un mundo pleno de espíritu bucólico, ríos vivos, limpios; selvas por doquier, cielo transparente, muy rural en provincia, de intensa migración del campo a la ciudad en ciudades que crecían vertiginosamente. A cambio, claro, solo contábamos con alcohol y mejoral para curar enfermedades, pero con gran soporte en la medicina tradicional; los niños eran víctimas de la terrible poliomielitis, no había vacunas para curarla; una gripe mataba, el sarampión era una amenaza latente; la disentería aún era mortal; pocos médicos, poca medicina. Los crímenes, consustanciales a la condición humana, eran raros, los homicidios se cometían en despoblado, el secuestro y la extorsión eran desconocidos; de las drogas, la mariguana por escandalosa se denunciaba sola, por lo cual solo se consumía a cielo abierto, “en lo oscurito”. El campo era menos seguro que las ciudades, ayudaba en estas la iluminación artificial nocturna, en el campo la oscuridad era cómplice del delito. Pero llegó “la civilización y el progreso” y con esta los males sociales inherentes, pero también el desarrollo científico y tecnológico, ya no más poliomielitis, ni gripas peligrosas, hay grandes y modernos hospitales, prestigiados Institutos especializados de salud, la industria proporciona fuentes de empleo, pero adiós a los ríos limpios y a lagunas y Ciénegas plagadas de vida animal; la mariguana ya está legalizada para “uso medicinal” y hasta lúdico. Bien nos dejó dicho Cervantes en el Quijote en genial expresión de lo deseable: “bienvenido mal si vienes solo”, pero solo un deseo del deber ser, porque, a cambio del progreso y del bienestar, leemos de manera cotidiana: “En Fresnillo, Zacatecas, matan a 54 personas cada mes”; en “Edomex, se dan 6 de 10 casos de feminicidio sin sentencia” (Milenio). “Hay por violencia de género 33 llamadas por hora al 911” (El Universal); cuatro policías de Suchiate, en Chiapas son detenidos por su presunta participación en el homicidio contra una migrante de origen haitiano; en Tecamachalco, Puebla, tres policías y su comandante pisan cárcel acusados de asesinar a dos agentes ministeriales; en Aguililla, Michoacán, el CJNG se adueña de ese territorio y muchos más en la república”. Ese es el escenario que le heredamos a las nuevas generaciones; nada para presumir, “sea por Dios y venga más”, decía el clásico.