El drama de los tres compadres: PRI, PAN, PRD.

Alfredo Bielma Villanueva
 
Cuando el choque de una institución política, social, económica, religiosa, etc., es frontal con la realidad cuyas circunstancias difieren ya de aquellas que les dieron vida, invariablemente los problemas se presentarán como una variable fija, tal ocurre con los partidos políticos PRI, PAN y PRD. Obviamente, en ese esquema caben el PT y el Verde Ecologista, solo que su flexibilidad oportunista les permite actualmente sobrevivir como rémoras del partido oficial y a su suerte están atenidos. En sucinto análisis es posible advertir que al Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya se le acabó el gas, en esa parodia su flama apenas es visible y ya no calienta sino a unos cuantos, a partir de 1988 viene dando tumbos, aunque en 2012 dio un salto y ganó la presidencia, pero los gérmenes de la corrupción de desaforada Cleptocracia demostraron a la sociedad mexicana sus dificultades para cambiar de estilo y duro fue el castigo electoral que le propinó colocándolo al borde del precipicio del cual solo las circunstancias podrían alejarlo. Por su parte, en el Partido Acción Nacional (PAN) la crisis interna y una dirección nacional muy cuestionada le impiden organizar sus cuadros a modo de una sinergia con dirección definida y sólida. No es de ahora, pues la salida de Felipe Calderón, de doña Margarita Zavala y otros connotados panistas calderonistas ya presagiaban serios conflictos, que Ricardo Anaya, causa y efecto de esa ruptura, alcanza a resarcir, como tampoco le alcanza para constituirse en un candidato para competir en la elección de 2024. Y qué decir del Partido de la Revolución Democrática (PRD) al cual la formación de Morena sustrajo sus mejores cuadros dejándolo como mera entelequia partidista, y en la condición de subsistir solo en base a alianzas con otras fuerzas a las que poco aporta. Con ese escenario ninguna perspectiva se antoja optimista, más aún en competencia con un partido político como MORENA cuyas circunstancias cada vez más se asemejan a las que rodeaban al PRI de sus mejores años, con gobiernos estatales al por mayor y en el gobierno federal. Esto último, concluiría en una auténtica reedición del PRI hegemónico si por mera trastada del destino nacional el INE perdiera su condición de ente autónomo para convertirse en imagen y semejanza de la Comisión Federal Electoral. Aquellos fueron otros tiempos con sus respectivas circunstancias, ¿sería posible una convivencia entre las circunstancias de ahora con aquel desarrollo político de antaño? Interesante saberlo, sin duda.