POR: JOSÉ MUÑOZ COTA
(In Memoriam)
Aquí en la Tarahumara, se transmutan
las rocas y el venado.
La roca es un venado que se contempla el alma
y el venado es la roca que danza.
El indio tarahumara, alfarero de magia,
asimila a los dos, porque él,
es, en pequeño, una montaña
a la que crecen alas.
Nunca sabremos si el indio tarahumara
se descubre, igual que una nube morena.
Son serenos sus nervios,
como milpas arbóreas.
El maíz para ellos tiene un aire infantil;
no guarda la gravedad del vegetal filósofo;
el maíz para ellos, es poético, luminoso.
El tarahumara está hecho de maíz.
El milperío no rompe la soledad de cada milpa.
Así el tarahumara, conserva su soledad aislada.
Donde él se para está la eternidad;
y la eternidad tiene el perfil del indio con auroras.