POR: JOSÉ MUÑOZ COTA
(In Memoriam)
La noche extendió por toda la ciudad
su ancha bandera negra.
Volaron los manifiestos rojos
y los postes uniformados,
con su fusil al hombro,
hicieron los honores a la sombra,
la gran bandera negra.
Un trozo de bandera
penetró hasta la estancia
que es una isla de libertad humana.
Tú y yo no reconocemos
autoridad violenta
sino la dulce autoridad de la amistad
o la bella autoridad de los crepúsculos
que llegan a la tarde como una primavera.
No sé por qué discuten
la libertad del alma
en si siempre ha sido libre,
une las conciencias
haciéndolas auroras libertarias.
Que la libertad sea siempre
con nosotros.