La Quina ¿nació en La Huaca?

GUSTAVO CADENA MATHEY
 
Buen día apreciado lector:
 
“Cuando ingresé al despacho donde se encontraba La Quina, mis hombres ya lo tenían detenido. Uno de los soldados lo sujetaba. El cabrón era todo un rey, despachaba en camiseta, con su pantalón de lino y descalzo. Lo entiendo, pues el calor estaba de la chingada”.
 
Así reseña el ajuste de cuentas del 10 de enero de 1989 del presidente Salinas de Gortari, contra el entonces líder del Sindicato Petrolero nacional Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, Javier Coello Trejo, personaje conocido en la fauna de la política mexicana, en el capítulo 6 del recién estrenado libro de sus memorias, “El Fiscal de Hierro”.
 
El libelo pleno de vulgaridades, a la vez permite a este reportero traer a la memoria un trabajo para El Decano de la Prensa Nacional.
 
Trabajando para El Dictamen de Veracruz, un buen día el Jefe de Información Luis Velásquez Rivera -gran maestro y toda una leyenda del periodismo- me instruyó: “te vas con José Murillo al norte, haremos unas entrevistas; Luis nos alcanzó y estando allá los tres decidimos que Pepe y yo nos lanzáramos a Ciudad Madero, a entrevistar a La Quina.
 
Salimos temprano al día siguiente en un renolcito rojo que alguien nos prestó y una vistosa cámara fotográfica que Pepe “le confiscó” al delegado de Tránsito Ubaldo López Mora.
 
Con el atardecer y un calor efectivamente “de la chingada” llegamos a Madero al lugar donde despachaba “Don Joaquín”. Dos desesperadas horas después en ese vapor gigantesco nos pidieron pasar “sin cámara ni grabadoras”.
 
Nos recibió, efectivamente en camiseta y en chanclas en su discreto despacho adornado con cuadros de fotos viejas con expresidentes desde López Mateos y un gran ventilador que regresaba la vida.
 
-¿Qué se les ofrece muchachos?
 
Peleándonos la palabra Pepe Murillo explicó:
 
-Venimos de El Dictamen de Veracruz, queremos una entrevista con usted…
 
-Se acerca el relevo en el Sindicato Petrolero, se dice que ahora sí lo relevará oficialmente Sebastián Guzmán Cabrera, pero que en la realidad usted seguirá siendo el líder formal, completé. También fue directo;
 
-No, no no, nada de chingaderas, yo a ustedes los recibí porque yo soy del Barrio de La Huaca y porque recorrieron 800 kilómetros para llegar hasta acá, pregunten lo que quieran, de eso no hablo.
 
Nos sorprendió porque siempre se dijo que era nativo de Tampico. Sin embargo, ya suavizado el asunto se habló de las bondades de Pemex, de López Portillo, de trivialidades y a la media hora se levantó:
 
-Bueno muchachos ¿dónde se hospedaron en Tampico?
 
-No, venimos directo de Tuxpan; veremos donde hospedarnos allá.
 
-Ya es tarde mejor hospédense en el Hotel Inglaterra, está en el centro, por el parque yo los invito paisanos, váyanse con cuidado.
 
Otra vez un rato de carretera y calor, llegamos a la administración del apantallante hotel dimos los nombres y resultaron dos habitaciones no una para los invitados.
 
Al llegar a la habitación la abro y veo una hermosa morena bien arreglada, sentada en la cama, como esperando.
 
“¡Perdón”, creo me dieron la habitación equivocada. alcancé a decir mientras me retiraba. “¡No, Señor Murillo!, ¡¨señor Cadena Mathey”!
 
-Ese soy yo
 
-Le explico, yo y mi amiga en la habitación contigua soy su compañía de esta noche, de parte de Don Joaquín, y este sobre -señaló un abultado sobre de carta- “es una atención de nuestro líder”.
 
Estaba de moda y escandalosamente de moda el tema del sida, se decía que el sida estaba entrando a México por la costa. El periodista tomó el sobre y despidió a la bella anfitriona…