El valor de la primera piedra

Por: José muñoz cota

(In Memoriam)

 

Hay un triste complejo: el de sentirse jueces. El juez por su casa empieza. Hay que tener las manos limpias para arrojar la piedra, la primera. Los dictadores se sienten paternalistas. Los dispensadores de premios y castigos, los seres superiores, los elegidos.

 

La solidaridad y el amor van más allá de la misma justicia. Lo dijo Malatesta, igualando la acción con su permanente actitud generosa: “Hacer a los otros lo que se quisiera que los otros os hiciesen (es decir, el máximo bien) es lo que los cristianos llaman caridad y nosotros llamamos solidaridad, en suma, amor”.

 

La esclavitud principia cuando el padre o el maestro para educar al niño doman su voluntad; ahí está el génesis de la autoridad que todo lo degrada.