PORQUE EL HOMBRE NO ES UNA ISLA

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

Porque hay que repetirlo constantemente: el hombre no es una isla. Vive en continente con los demás hombres. No es una soledad absoluta, sino una parcela de soledad rodeada de otras soledades, en interdependencia con ellas.

 

El hombre no es un monólogo. El monólogo no existe, Siempre se habla en diálogo aun cuando se hable solo. Principiando porque el lenguaje es signo de convivencia. Tatuaje de solidaridad humana. Entonces, el que monologa está dialogando con un interlocutor invisible, pero existente, real.

 

Esta fue la falsa apreciación que se tuvo con Robinson Crusoe, antes de encontrar a su compañero. Robinson monologaba, vale decir, dialogaba con los elementos que trajo consigo, elementos intelectuales, sentimentales, afectivos.

 

San Francisco de Asís dialogaba con los peces, las aves, los árboles, el viento. Nadie podría estar solo. La soledad, como el vacío, no existen. La soledad absoluta, aunque los hombres, cada hombre, traiga su pequeña soledad a cuestas y viaje con ella, como el viajero con su sombra.

 

Luego, en la sociedad, los hombres intercambian sus soledades en la plaza pública y nace la amistad y se propaga el amor y la soledad se vence y la solidaridad se inicia jubilosamente.