Entre «la corrupción» y la vida

Es elocuente el clamor de quienes el sábado protestaron en la CDMX por el desabasto de medicinas contra el cáncer. Cansados de ser catalogados como “golpistas”, y sobre todo, por su angustioso peregrinar buscando atención médica adecuada para sus familiares con esa temible enfermedad, salieron nuevamente a protestar. Sin quimioterapia ni medicinas es imposible curar a los enfermos, situados ya en la más inclemente de las indefensiones: “No me interesa si hay corrupción o no, a mí me interesa que mi niña viva, que todos los niños tengan sus medicamentos en tiempo y forma… para poder salir adelante”, dicen los padres de niños enfermos de cáncer, afligidos y cansados de escuchar la letanía oficial de su “lucha” contra la corrupción como evasiva y subterfugio ante el inclemente desabasto originado, no por “la corrupción”, sino por la deficiente implementación de políticas públicas para adquirir medicamentos. Ya van dos mañaneras donde se ha anunciado la compra de insumos médicos, acentuando ahorros obtenidos en esa operación, sin embargo, las medicinas aún no llegan a las farmacias de los hospitales ni a los enfermos, por eso las protestas originadas en el amor paterno y materno, no en imaginadas confabulaciones políticas.