AQUEL DOMINGO MUGUIRA / Gilberto Haaz

*Hay recuerdos que el tiempo no borra. Camelot 

 

AQUEL DOMINGO MUGUIRA

 

Tarde noche estoy a punto de terminar el libro “No le des más whisky a la perrita”, una biografía del mejor columnista de España, Raúl del Pozo, aquel que heredó el espacio del gran Francisco Umbral, en el diario El Mundo de España, en su contraportada. Una lectura obligada por todos los españoles. Llego a la página 258 de un libro de 358. Allí encontré a un personaje cordobés, fallecido un noviembre de 2019, y quien su biógrafo fue el periodista y su amigo personal, Alfredo Ríos Hernández, exdirector del diario El Sol de Córdoba y Orizaba. Domingo Muguira Revuelta era empresario cafetalero exitoso, dueño del Grupo San Roke, movió mucho tiempo su imperio entre Chiapas y Córdoba. Alguna vez incursionó en el periodismo editorial como dueño de medios. Le conocí un par de veces, alguna vez él jugando y uno viendo el golf en el campo cordobés y otra vez cuando, el amigo Luis Antonio Pérez Fraga, el popular Pollo, que inaugurará su pollería KentuckyfriedFraga, en estos días en Veracruz, llegó a estas tierras. Sucede que Fernando Gutiérrez Barrios venia buscando el voto de los veracruzanos para Senador de la República, y Luis Antonio era su coordinador de campaña. Una mañana me llamó pidiendo les ayudara a coordinar unos eventos en Córdoba y Orizaba, y ahí me tenéis que uno de ellos del hombre leyenda, fue en la empresa cafetalera de su amigo, Domingo Muguira, donde hubo un incidente de un pequeño retraso, por circunstancias ajenas porque Gutiérrez Barrios conservaba la puntualidad inglesa. Muguira reclamaba la tardanza, pero el desayuno fue un éxito, con todos los trabajadores de ese grupo. Un buen evento entre amigos, el otro fue con empresarios orizabeños en el feudo de Luis Gutiérrez Príncipe, el Toreo de Orizaba en su restaurante Cuarto tercio.

 

EL GRAN RAUL DEL POZO

 

He leído desde hace años y solo por eso estoy suscrito a ese diario, al gran Raúl del Pozo, hay pocos escritores como él, su prosa, su talento, su conocimiento de los griegos y de la filosofía y la vida mundana, lo hacen el mejor. Leí algunas veces en sus escritos de lunes a viernes, que lo visitaba en España su amigo Domingo Muguira y pasaba por él y se iban a los campos de golf a Marbella. En el libro en la página 258 relatan algo de esas peripecias: “Teníamos un amigo en común, el empresario mexicano Domingo Muguira, era un personaje singular, fue uno de los hombres creadores, a través de la industria y el comercio, del nuevo México. Este hombre todos los años venía a Marbella y nos recogía a nosotros y al Obispo Onésimo Cepeda, que también venia invitado por Muguira, y nos íbamos a jugar golf”. Narra el libro que Muguira era generoso y esplendido y le gustaba el juego, le gustaba la apuesta y daba premios, por ejemplo, ‘200 euros al tres bajo par’. Narra también que el obispo Onésimo, conocido en nuestro país por su lenguaje peculiar, comenzó a hacer trampas y le pegaba una patadita a la bola para meterla al Green. Raúl le dijo: “Oye obispo, te he visto. Eso no se hace y a mí no me jodas. No es por los 200 euros sino porque estamos entre amigos y compañeros y eso no procede”. El obispo respondió: “Oye, Raulito, esto es intolerable, sabes lo que represento. El honor, la honestidad”. Poco más adelante, Onésimo volvió a hacer la trampa y Raúl se indignó: “Oye obispo, me cago en Dios y en tu puta madre, que te he visto otra vez”. Contestación del obispo: “Que te cagues en Dios me da igual; pero en mi madre, ¡chinga la tuya!

Historias de los libros.

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