El Poder Público, como botín de “demócratas”, “monárquicos” y “autócratas”

Pareciera un desacertado concierto eso de emparejar democracia, autocracia y monarquía en nuestro régimen político, pero en nuestra realidad no lo es, si bien riñe con la definición clásica de la teoría sobre las formas de gobierno. En el actual proceso electoral entre sus marcadas deformaciones destaca el caso de Félix Salgado, quien no pudiendo registrarse como candidato al gobierno de Guerrero acudió a la formula hereditaria y en su lugar Morena nombró a su hija. Acá en la aldea nos escandalizamos porque en el Puerto de Veracruz el PAN candidatea a la esposa de Miguel Ángel Yunes Márquez, una vez que el Tribunal Electoral estatal le retiró la candidatura a la alcaldía. Pero ese método sucesorio por delegación política se ha aplicado antes en Coahuila, cuando un hermano de Humberto Moreira lo sucedió en el gobierno de esa entidad; también en Tamaulipas cuando el candidato priista, Rodolfo Torre, fue asesinado seis días antes de la elección y al relevo entró su hermano, quien fue el gobernador. Se cuentan por decenas este tipo de casos, en los cuales hermanos, esposos, primos, tíos, hacen coto de poder el recurso público heredándose entre ellos. Así es el subdesarrollo político, y en mayor o menor grado lo que ahora comentamos es la medida de nuestros parámetros.