Por: José Muñoz Cota
(In Memoriam)
Hay que indagar si el indio tarahumara es el producto de un sueño, de un sueño de horizontes y otro sueño de montañas azules. Porque él no parece morir, está viviendo; siempre se está recreando: guarda las estaciones en su tórax; al cielo le da nido en sus ojos; ha educado al viento con sus piernas; agranda las auroras con sus manos y de eternidad a eternidad se prolonga en el tiempo, y vuelve a sus orígenes.
Él debe tener la edad de la montaña. Hay que dudar que el tarahumara muera. Simplemente ha corrido a su casa de estrellas y ahí se queda esperando sus alas.