LOS MEMORIALES 

*Hay recuerdos que el tiempo no borra. Camelot. 

 

LOS MEMORIALES

 

Un Memorial, normalmente nace y se hace después de una tragedia. En el mundo sobran lugares donde han instalado memoriales. Cultos para recordar a los fallecidos. O estatuas, que reconocen la grandeza de sus líderes, como la que está en Londres frente al Parlamento, del gran Winston Churchill. En mi caminar por México y el mundo, he visitado Memoriales. Desde los de México lindo y qué herido, como ese de Lomas Taurinas, donde a Luis Donaldo Colosio le fijaron una estatua en el mismo sitio donde lo aniquilaron, las balas del odio, como dijo su esposa Diana Laura. Memoriales se pusieron en el sitio de las Torres Gemelas, en Nueva York, en un gigantesco ojo de agua con los nombres de todos los allí fallecidos. Y donde se estrelló en una pradera el último avión, el que la leyenda dice que lo derribaron los pasajeros, cuando pelearon con los malditos terroristas. En el Cementerio Nacional de Arlington, sobresale el del presidente JFK y su hermano Bobby y la esposa Jaqueline, con una flama encendida por siempre. Cerquita de allí, bajando la colina alta donde está la casa del general Roberto E. Lee, que perdió la Guerra de Secesión, está el de los astronautas que fallecieron en aquella nave Columbia, donde iba la maestra querida por los americanos. Viajar ilustra. También he estado en panteones viendo algunas tumbas, como la de Eva Perón (No llores por mí, Argentina), en el cementerio de la Recoleta, donde está sepultado Carlos Gardel, nuestro Jorge Negrete.

 

LOS GRANDES MEMORIALES

 

De los grandes, Jorge Luis Borges pidió ser enterrado en el Cementerio de los Reyes, en Ginebra, Suiza. Por igual otro grande de las letras, Antonio Machado, sepultado en Ancien Cimetière en Cotlliure, Francia, exiliado por un mes huyendo del franquismo, donde llegó en tren y quería empeñar su reloj por unos francos franceses, para tomarse un café, esa tumba es visitada por miles y miles en un peregrinar -le dejan cartas que van a un buzón y se exhiben en un museo-, y poemas y flores y banderas republicanas. Ese célebre cuerpo, España ha querido que retorne adonde nació, Andalucía, pero una buena parte de la familia Machado y el alcalde y las autoridades francesas de ese pueblo, Cotlliure, les dicen nones, quién quiera verlo que venga acá, junto al mar, donde Machado dijo una trágica frase: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”, y escribió el poeta su último escrito, Bajo ese cielo azul, “Estos días azules y este sol de la infancia…”.  Este verso, escrito en un pedazo de papel arrugado, metido en un bolsillo de un abrigo gastado, es probablemente lo último que escribió Antonio Machado. Lo encontró su hermano José unos días después de la muerte del poeta, cuando recogía sus cosas de la pensión. Eran los días fríos de febrero en 1939. El otro inmortal, de muchos otros, Pablo Neruda, quien aún dilucidan los forenses si murió de un cáncer o lo mató el golpista Pinochet, está sepultado en Isla Negra, frente a su mar, frente a su pueblo, aún se recuerda cuando en aquel 1973, el presidente Echeverría le tenía esperando el avión presidencial a que viniera a México exiliado, pero lo detenían en el hospital, en aquel tiempo cuando el Golpe de Estado a Salvador Allende, pero esa es otra historia.

Cuento esto de los Memoriales, porque ayer vi en la televisión a la madre del niño Brandon Giovany, muerto en el Metro del terror de la L12, frente a donde cayó formando una V los dos vagones, se está formando un Memorial, por ahora hay solo velas y flores y pancartas con el lema: ‘No los olvidaremos’, otros piden. ‘Justicia y más justicia’, es casi seguro que no más tarde que temprano, las mismas familias fijen allí un Memorial, donde puedan ir a llevarles flores a los 26 muertos y rezarles por su eterno descanso, y, claro, pedir justicia.

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